Parece increíble que medio siglo después todo un pueblo siga maravillado por una de las figuras políticas más recordadas de los últimos tiempos, un país de profundas divisiones que sabe dejar a un lado por unas horas las diferencias políticas e ideológicas para honrar la memoria de John Fitzgerald Kennedy, el hombre que, en un día como ayer de hace 50 años, inauguró su joven presidencia llenando de ilusiones a toda una generación de estadounidenses.

No había ayer político o comentarista que no recordara alguna de las frases que Kennedy regaló para los libros de historia en aquella gélida mañana desde las escalinatas del Capitolio. "No te preguntes qué puede hacer tu país por ti. Pregúntate que puedes hacer tú por tu país". EEUU no pasaba por su mejor época, y el nuevo presidente, el más joven en llegar a la Casa Blanca, supo transmitir confianza a sus ciudadanos.

Su ejemplar llamamiento al civismo político sigue igual o más vigente que nunca, y quizá aún retumbe en los corazones de millones de estadounidenses, que se preguntan qué pasó hace casi dos semanas en Tucson.

"La cortesía no es indicio de debilidad". Por no hablar de la mano tendida que ofreció Kennedy a la oposición republicana. "Exploremos qué problemas nos unen, en vez de insistir en los que nos dividen".

Palabras sabias de un por entonces jovencísimo senador de Massachusetts que estrenaba presidencia y sentaba las bases para los años dorados que estaban por venir de una de las dinastías más populares y poderosas del país. Los Kennedy dominaron durante décadas la vida política y social de EEUU, y hoy, a su manera, lo siguen haciendo sus hijos, sobrinos y nietos, aunque es la primera vez en muchos años que no hay un Kennedy ejerciendo un cargo público.

Un prolífico clan que ayer reunió a un centenar de sus miembros en Washington para recordar el legado de JFK. Durante el acto en el Kennedy Center no faltó un emotivo discurso de Barack Obama, en quien algunos, como Caroline Kennedy, ven a un digno sucesor de su padre.

Los 50 años de Kennedy coinciden con el segundo aniversario de la no menos histórica llegada de Obama y ahora, como hace dos años, son inevitables los paralelismos. Jóvenes y carismáticos, con ganas de cambiar el status quo en Washington. Son muchas las diferencias entre ambos, quizá la más importante es que Obama ya está en la segunda mitad de su mandato, y a Kennedy una bala le robó la vida en Dallas cuando no llevaba ni dos años.

Obama ha vuelto a subir en las encuestas (el 53% de los estadounidenses aprueban su trabajo, según se supo ayer), pero mantiene el reto de recuperar el entusiasmo de los primeros días. La clave se encuentra quizá en el discurso de su antecesor. "No negociemos nunca con miedo, pero no tengamos nunca miedo a negociar".