El primer ministro húngaro, el conservador Viktor Orban, rechazó ayer con dureza las críticas generalizadas contra las alarmantes restricciones que impone la nueva ley de prensa del país y declaró que "no hay ningún elemento en la nueva legislación que vaya contra el derecho comunitario". En un encuentro con corresponsales europeos de los diferentes países de la UE, Orban vio un "insulto" al país esas críticas y estimó que el Gobierno francés y alemán "no tienen derecho" a reclamar la modificación de la ley sin conocer su contenido en detalle.

Seis días después de asumir la gestión semestral de la UE, el Gobierno húngaro ha recibido una avalancha de críticas internacionales por las restricciones a la libertad de información que en la práctica puede imponer la nueva ley de prensa y los amplios poderes de fiscalización de que dispondrá el nuevo órgano supervisor, en contra de los principios y valores fundamentales de la UE. Tanto la Comisión Europea como los gobiernos de Francia, Alemania y Luxemburgo, la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) y las organizaciones de prensa internacionales, han cuestionado la nueva legislación.

UN MAL COMIENZO Estas críticas han desplazado a un segundo plano las prioridades europeas de Hungría para el semestre y obligan al Gobierno a centrar sus intervenciones públicas en defender la controvertida ley, en vez de impulsar el programa político europeo del semestre. "Sí, es un mal comienzo", reconoció Orban.

El presidente de la Comisión Europea, el también conservador José Manuel Durao Barroso, ha anunciado que pedirá hoy a Orban, en la reunión del Ejecutivo comunitario con el Gobierno húngaro en Budapest, la "clarificación" de las dudas que plantea la ley, a la vez que le recordará que "la libertad de prensa es un principio sagrado en la UE".

La nueva ley de prensa, que entró en vigor el pasado 1 de enero, establece, entre otras medidas, la obligación a los medios de comunicación de proporcionar "información auténtica y equilibrada", les exige respetar la "dignidad humana" y "el orden constitucional" y les prohíbe "ofender o discriminar, expresamente o por implicación, a personas, naciones, comunidades nacionales, étnicas, ligüísticas u otras minorías o mayorías, así como a cualquier iglesia o grupo religioso".

Así, la nueva ley autoriza al Gobierno, por ejemplo, a exigir al periodista la identidad de sus fuentes "en el interés de proteger la seguridad nacional y el orden público o para descubrir o prevenir actos criminales".

El nuevo órgano regulador podrá imponer multas de hasta 750.000 euros a las cadenas de radio y televisión por "perjudicar el interés público, el orden público o la moral" o difundir "informaciones parciales".

La nueva ley afecta tanto a los medios escritos como a los audiovisuales o digitales, públicos y privados.

Orban negó ayer que esas exigencias vayan a restringir la libertad de prensa y aseguró que "nunca las críticas de la prensa contra el Gobierno han sido tan fuertes como ahora". El primer ministro indicó, además, que las multas previstas a los medios que no respeten las disposiciones "se pueden recurrir ante los tribunales", y que "no deberán pagarse" hasta que no haya una sentencia judicial.

FOTOS DE UN FUTBOLISTA Como ejemplo de atentado a la dignidad humana por parte de los medios de comunicación que debe corregirse, el Gobierno mencionó la publiación en primera página de fotografías de un futbolista que acababa de fallecer durante un partido.

La nueva ley húngara, explicó Orban, ha recogido y sumado principios y prohibiciones que existen en las diferentes legislaciones nacionales de otros países de la UE. Por ello, el Gobierno húngaro, insistió, no piensa aceptar enmendar la ley a menos que se exija lo mismo a los demás países europeos. "Hungría no puede aceptar un trato discriminatorio", afirmó Orban.

No obstante, Orban dejó la puerta abierta a una rectificación si la Comisión Europea lo exige formalmente. "Naturalmente, si se inicia un procedimiento, Hungría lo aceptará. Si no tenemos razón y esto queda demostrado, lo aceptaremos y corregiremos", indicó. Pero volvió a insistir en que, "en ese caso, también deben cambiarse las leyes de prensa de Francia, Alemania y Holanda, porque no hay nada en la legislación húngara que no esté en esas leyes".

Orban justificó la necesidad de una nueva ley de prensa porque la anterior databa del periodo comunista de los años 80, los medios públicos de comunicación se encontraban en una situación de "corrupción" y "fiasco financiero" y la autoridad reguladora llevaba un año y medio sin responsable, fruto de la caótica gestión del anterior Gobierno socialista.