Silvio Berlusconi fue investigado por primera vez en 1983 por supuesta implicación en tráficos de drogas, sumario que fue archivado por los jueces en 1991. Desde entonces, sus relaciones con los jueces han sido tortuosas, pero siempre ha logrado salir bien parado. Menos uno, en España, todos sus casos están cerrados.

El Tribunal de Apelación de Venecia procesó a Berlusconi en 1990 por haber jurado en falso sobre su pertenencia a la logia P2. Fue declarado culpable, pero el delito había prescrito un año antes. Después de haber entrado ya en política, fue acusado y condenado en primer grado a dos años y nueve meses de prisión por corromper en cuatro ocasiones a unos inspectores fiscales que investigaban sus empresas. En la apelación el tribunal le reconoció unos atenuantes, de manera que tres de las cuatro acusaciones prescribieron.

Sucesivamente fue condenado en primer grado a 2 años y 4 meses por financiación ilícita del Partido Socialista de Bettino Craxi, pero el cargo prescribió. Luego fue absuelto de varios delitos gracias a una ley del Parlamento por haber falsificado balances de sus empresas. Fue condenado en primer grado a 1 año y 4 meses por falsedad en balances de la sociedad Medusa y absuelto por insuficiencia de pruebas.