Ariel Sharon tenía muy claro cómo proceder para no levantar protestas internacionales. "No es necesario comentar ni celebrar cada permiso que se concede para un asentamiento. Dejemos que construyan, pero sin hablar de ello", dijo en el 2003 el principal arquitecto de la colonización judía en los territorios ocupados palestinos. Sus palabras siguen vigentes. Especialmente en el corazón de Jerusalén Este. Ayudados por el Gobierno y escudados en el sigilo, los colonos se implantan en los barrios árabes con la intención de alterar su composición étnica e impedir que un día puedan formar parte del Estado palestino.

En las negociaciones de Camp David, palestinos e israelís acordaron repartirse la ciudad vieja. Los barrios judío y armenio, para Israel, y el musulmán y el cristiano, para la ANP. Pero esta ecuación puede dejar de ser viable. Hoy los colonos controlan unos 60 inmuebles en los barrios musulmán y cristiano. Y su apetito sigue engordando.