El triunfo de Ahmadinayad ha sido acogido con preocupación tanto en EEUU como en la Unión Europea. Temen que la llegada al poder de un hombre de la línea dura agrave la disputa nuclear con EEUU y se vuelva a la retórica de confrontación de la época del ayatolá Jomeini, fundador de la República Islámica. La Casa Blanca manifestó ayer que EEUU está "con los que reclaman más libertad para el pueblo iraní". Según la Administración de George Bush, que incluye Irán en el eje del mal, conocer el impacto de la elección de un ultra sobre la negociación nuclear es ahora prioritario.

Más diplomática, la Unión Europea manifestó que seguirá trabajando "con cualquier Gobierno abierto al progreso, a la defensa de los derechos humanos, al desarme nuclear y a la lucha contra el terrorismo".

El nuevo presidente iraní defiende el derecho de su país a enriquecer el uranio con fines pacíficos.