Un imperdonable error de comunicación desembocó el martes por la noche en la declaración de que 12 de los 13 mineros atrapados desde el lunes en una mina de Virginia Occidental (EEUU) habían salvado milagrosamente la vida. Los principales diarios estadounidenses proclamaron la buena noticia en sus portadas, pero al amanecer del miércoles el malentendido se aclaró. Deshechas por la pena y furiosas por el error, las familias de las víctimas se enteraron de que era exactamente al revés: sólo había un superviviente.

"¡Nos mintieron!", clamó Virginia Dean, sobrina de uno de los fallecidos en la mina de carbón de Sago, propiedad de la empresa International Coal Group Inc. A las 6.30 de la mañana del pasado lunes, una fuerte explosión dejó atrapados a los mineros, que estaban a más de tres kilómetros de profundidad.

POCAS ESPERANZAS Aunque disponían de equipos individuales para purificar el aire que respiraban, la alta concentración de monóxido de carbono en la mina, detectada desde el principio por los equipos de rescate, acabó prácticamente con las esperanzas de recuperarlos con vida. Durante 42 horas se trabajó sin descanso para salvarlos, mientras las familias, reunidas en la iglesia baptista de Sago, aguardaban angustiadas.

Finalmente, el martes por la noche, algunos familiares de las víctimas salieron del templo gritando: "¡Están vivos!", mientras repicaban las campanas y los demás se abrazaban emocionados. El gobernador del estado, Joe Manchin, y el senador demócrata de Virginia Occidental, Jay Rockefeller, dijeron que había 12 mineros con vida.

Pero sólo 20 minutos después del estallido de júbilo se supo que se había cometido un error, según explicó Manchin. No obstante, las autoridades tardaron tres horas en confirmar que 12 eran los muertos, no los supervivientes. "Fue un error de comunicaciones", se disculpó Ben Hatfield, director de la empresa propietaria de la mina.

Según su versión, alguien escuchó una conversación de otra persona a través de un teléfono móvil en la que decía que los equipos de rescate habían encontrado a 12 mineros y estaban comprobando si estaban vivos.

Cuando se supo la verdad, el caos y las peleas se desencadenaron entre los familiares de las víctimas, mientras el único superviviente, Randal McCloy, de 27 años, era trasladado al hospital en estado crítico. Algunos de los furiosos familiares amenazaron, además, con demandar a la compañía dueña de la mina.