La mayoría de los 45 millones de colombianos habla español pero pocos saben que, además de la lengua que trajeron los españoles en el siglo XVI, se hablan en su país otras 65 lenguas indígenas americanas de origen diverso. Estas lenguas son utilizadas por unas 400.000 personas en 22 de los 32 departamentos (provincias) en los que se divide el país, según un estudio de Jon Landaburu, del centro colombiano de estudios de lenguas aborígenes de la Universidad de Los Andes.

Pero esas lenguas, al igual que la cultura de 86 pueblos milenarios, están a punto de desaparecer bajo la ferocidad del conflicto armado, los intereses económicos y por la disputa de los territorios donde viven. "Los indígenas están en medio del fuego cruzado del Estado y de los grupos armados ilegales, tanto de izquierdas como de derechas. La mayoría de ellos vive en áreas fronterizas, donde se generan todo tipo de tráficos, o en zonas estratégicas o ricas en biodiversidad. Eso agrava más la situación", dijo Alirio Chingal, del equipo de derechos humanos de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

La selva amazónica

Arhuacos, guahibos, guajiros, motilones y aironas, por ejemplo, residen en tierras cercanas a la frontera con Venezuela. Huitotos y pastos, en la frontera con Ecuador y Perú. Tukanos, en la frontera con Brasil y emberas, quimbayas, calimas y guambianos, en las cercanías del Pacífico, una zona riquísima en biodiversidad. "No obstante, la mayoría de los pueblos indígenas de Colombia residen en el sur del país, en la selva amazónica, donde padecen la guerra con más intensidad y en donde todos, como los nuka makú, están amenazados con desaparecer", afirma Chingal.

En la selva amazónica están en vigor el Plan Patriota, para la aniquilación de los grupos armados ilegales, el Plan Colombia, de exterminio a los cultivos de coca y amapola, y los diversos planes de ocupación territorial puestos en marcha por el Estado. "Los indígenas están en medio del fuego cruzado de esta guerra", insiste este experto.

Los 86 pueblos indígenas ocupan unos 30 millones de hectáreas en 209 municipios e integran, además, "una población nativa que, después de la población indígena de Estados Unidos, es la que está padeciendo la mayor bestialidad del colonizador", afirma el senador indígena Jesús Piñacué. "En poco tiempo, seremos aniquilados. Hay comunidades que son forzadas a respaldar a las guerrillas de izquierda, a los paramilitares de derecha o a las fuerzas del Estado, lo que está ocasionando enfrentamientos y desconfianza entre los mismos indígenas", añade.

Colombia es el segundo país más rico en biodiversidad del mundo, después de Brasil, y uno de los que cuentan con más población indígena de América Latina, junto con Bolivia, México, Ecuador, Perú, Guatemala y Honduras. No se conoce, sin embargo, la cifra exacta de indígenas que residen en Colombia y los números oscilan entre 400.000 y un millón, aunque la ONIC maneja la última cifra.

La única certeza que existe es que los indígenas colombianos están siendo exterminados y sus culturas están amenazadas. En lo que va de año, más de 9.000 indígenas han sido amenazados de muerte, 16 han desaparecido, 124 han sido detenidos arbitrariamente, 111 han resultado heridos, 66 han sido asesinados, otros 14 han sido secuestrados y 18.602 han sido desplazados por la guerra, de acuerdo con denuncias de la ONIC.

"Hemos contactado con las Naciones Unidas y otros organismos defensores de los derechos humanos para formular nuestra denuncia, tanto a nivel nacional como internacional, porque necesitamos apoyo para frenar este extermino", subraya Chingal.

Tácticas de resistencia

Mientras no llega la ayuda solicitada, algunos pueblos indígenas han desarrollado tácticas de resistencia para no ser desplazados definitivamente de sus territorios. Los nasa, en el departamento suroriental de Cauca, crearon, por ejemplo, su propia guardia indígena.

Los dearadé, en el Chocó, cerca de la frontera con Panamá, construyeron garitas de vigilancia y de refugio en sitios estratégicos, donde las comunidades se reúnen cuando hay combates. Los kankuamos utilizan los semaneros , una especie de correo interno mediante el que alertan en caso de peligro.

Desconfianza

Los indígenas dicen no confiar en la seguridad que les pueden proporcionar las fuerzas del Estado ni en el Gobierno, que no ha cumplido lo establecido en la Constitución de 1991: la implantación de políticas que fortalezcan y garanticen su supervivencia y la de sus culturas.

A fin de cuentas, Victor Huego Mestre, un jefe kakuamo, fue asesinado por militares colombianos que están siendo investigados por la fiscalía. Según el senador Piñacué, pueblos como los coreguajes, en el departamento central de Caquetá, ya han sido prácticamente aniquilados por la guerrilla de las FARC y el narcotráfico.