Los errores, desajustes y, en definitiva, el fracaso en la gestión de la guerra del Líbano del pasado verano siguen castigando al Gobierno israelí presidido por Ehud Olmert. Un nuevo informe demoledor, centrado en cómo se afrontó la defensa del país y de sus ciudadanos, acusa a las instituciones de "carecer de un plan completo y efectivo para proteger la retaguardia" y de dejar a los civiles "expuestos, vulnerables y sin protección" frente a los más de 4.000 misiles de Hizbulá. Los mayores palos recaen sobre Olmert y sus ayudantes, acusados de "graves fracasos que alcanzaron desafortunadamente un nivel intolerable".

La oposición ha vuelto a pedir la dimisión del primer ministro. Pero esta no es una investigación vinculante y todo hace indicar que Olmert saldrá nuevamente vivo.

Según el informe, preparado por el controlador del Estado, Micha Lindenstrauss, en vísperas de la contienda, el Gobierno recibió varios informes de distintos organismos advirtiendo sobre las consecuencias de una ofensiva. Pero el Ejecutivo solo las examinó a partir del 30 de julio, 21 días después del inicio de las hostilidades y a 13 de su final. Además, abandonó a los civiles negándoles la posibilidad de ser evacuados.