Las colonias judías en Cisjordania y Jerusalén Este se han convertido en el caballo de batalla de la Casa Blanca, dispuesta a desatascar como sea el proceso de paz de Oriente Próximo. Tras la sucesión de encontronazos y pullas dialécticas que están erosionando las privilegiadas relaciones entre Israel y EEUU, desde que Binyamin Netanyahu y Barack Obama asumieran el poder, ambos países tratan de rebajar la tensión. En un viaje de ida y vuelta con escalas en Damasco, El Cairo y Ramala, el enviado de EEUU para Oriente Próximo, George Mitchell, regresó ayer a Israel para reunirse con el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu. Y esta vez ambos anunciaron "progresos positivos", que no concretaron, en las negociaciones respecto a los asentamientos.

Washington lleva semanas presionando a Israel para que frene completamente la construcción de las 2.500 viviendas actualmente en obras, el requisito exigido por la Autoridad Nacional Palestina para retomar el diálogo con el Estado judío. Netanyahu se ha comprometido a no confiscar más tierras palestinas para ampliar o levantar nuevas colonias, pero se niega de momento a dejar de construir en los asentamientos existentes.

Lo que ha cambiado es su actitud. Ayer dejó de lado su tono combativo y se mostró abiertamente optimista. "Creo que estamos haciendo progresos para lograr un entendimiento que nos permita seguir y completar un proceso de paz con nuestros vecinos palestinos y finalmente con toda la región", aseguró tras su reunión con Mitchell.

EL TONO Nada tiene que ver con el tono empleado hace 10 días tras conocerse que su Gobierno planeaba construir una veintena de nuevas viviendas en Jerusalén oriental. "Nosotros no aceptamos dictados", dijo en respuesta a las objeciones de EEUU. Su reacción generó duras críticas en la prensa, que le acusa de crear una peligrosa e innecesaria crisis con su principal aliado.

Durante su primer mandato a mediados de los 90, Netanyahu ya tuvo serios encontronazos con la Casa Blanca, entonces ocupada por Bill Clinton. Pero esta vez la inquietud es mayor ante la determinación mostrada por Obama para adoptar una posición más ecuánime en la región. Las críticas de su Administración a los asentamientos, las demoliciones de casas o al bloqueo en Gaza, unidas al acercamiento a Siria o la mano tendida a Irán preocupan en Israel. Tampoco gustó la reciente sugerencia de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, de rearmar a los vecinos árabes de Irán.

EL PLAZO El diario árabe con sede en Londres Al Hayat publicaba ayer, citando fuentes palestinas, que Washington pretende fijar un año y medio como plazo para lograr un acuerdo. En Ramala, donde estuvo el lunes, Mitchell volvió a recalcar su intención de presionar a los árabes para que den pasos hacia la normalización con Israel, como permitir que los aviones israelís sobrevuelen sus espacios aéreos, o que abran sus fronteras a la llegada de turistas israelís. EEUU pretende seducir así a Israel para que devuelva los territorios ocupados. "Queremos una paz completa entre Israel y palestinos, sirios y libaneses, acompañada de la normalización de relaciones con todos los países de la región", dijo Mitchell.

La pregunta es cómo lo va a lograr. Israel ni siquiera da el paso para cumplir la promesa hecha en su día a George Bush de desmantelar 21 colonias salvajes , donde solo hay unas docenas de colonos. Algunas han sido derribadas por el Ejército pero horas después volvían a ocuparlas colonos en edad escolar.