Al acercarse por carretera a Jerusalén las señales viarias muestran el nombre de la ciudad en tres idiomas: Yerushalayim, en hebreo; Jerusalem, en inglés; y Urshalim al Quds, en árabe. Durante algún tiempo esas señales se mantuvieron al margen del pulso cultural e identitario que libran judíos y árabes por el mismo país. Pero ahora vuelven a ser objeto de controversia. El ministro israelí de Transportes, el ultranacionalista Yisrael Katz, se ha propuesto eliminar los nombres árabes e ingleses de los topónimos de Israel. Su caligrafía se mantendrá, pero será una simple transliteración del hebreo.

De este modo Nazaret, la cuna de la infancia de Jesús, llamada Al Nasra en árabe, pasará a ser simplemente Natzrat. Jerusalén quedará como Yerushalayim y el puerto árabe de Jaffa pasará a llamarse únicamente Yafo. En la página web del Ministerio de Transportes se explica que la intención de la medida es estandarizar el nombre y hacerles la vida más fácil a los conductores. Pero como ha reconocido el ministro del Likud en una entrevista reciente, hay también una intención política. "Si alguien quiere convertir Jerusalén en la Al Quds palestina a través de las señales de tráfico no lo podrá hacer, al menos con este Gobierno", afirmó Katz.

Para los palestinos, este es otro clavo más en el largo memoricidio que lleva a cabo Israel desde su fundación para hebraizar el país y borrar los rastros de identidad árabe. Los cambios de nombre empezaron en 1949, poco después de la fundación del Estado de Israel y del fin de la primera guerra árabe-israelí. David Ben Gurion, el padre de la patria sionista, convocó a un equipo de arqueólogos y expertos bíblicos, agrupados en el Comité de Nombres, dependiente del Fondo Nacional Judío, para rebautizar los topónimos del nuevo Estado. Desde las ciudades, a las calles o los bosques.

Fue una misión hercúlea. No solo se buscaba establecer mediante la nueva toponimia una continuidad histórica con el pasado remoto de la antigua civilización israelita en la tierra de Canaán. Como parte del proceso de construcción nacional, había que borrar también el recuerdo de las 500 aldeas palestinas dinamitadas durante y después de la guerra. Sus ruinas fueron enterradas bajo carreteras, aparcamientos, parques o bosques.

Sobre las aldeas de Sabbarin, Lajjun y Mansi, por ejemplo, se levantó el parque natural de Ramat Menashe. El pueblo palestino de Majdal fue rebautizado con el nombre bíblico de Askelon. La multicultural Safed pasó a ser Tzfat y la aldea beduina de Khalsa fue Kiryat Shmone, la Ciudad de los Ocho, en honor a un grupo de sionistas caídos en la guerra.

Barrio con nombre árabe

Pero los cambios no siempre funcionaron. No es fácil borrar de un plumazo 13 siglos de dominio cultural árabe. La prueba son los barrios de Jerusalén Occidental, poblados mayoritariamente por árabes hasta 1948, como Baqaa, Katamon o Talbiye. Sus habitantes palestinos huyeron o fueron expulsados. Sus nombres se hebraizaron y emigrantes judíos ocuparon las casas. Sesenta años después casi todo el mundo aún los llama por su nombre árabe. Incluso los judíos israelís.