En plena crisis de confianza con el Gobierno y el Ejército por el desarrollo de la guerra del Líbano, los israelís asisten a un nuevo escándalo, esta vez centrado en el presidente del país, Moshe Katsav. El jefe del Estado fue interrogado ayer por la policía después de que una antigua empleada lo acusara de forzarla a mantener relaciones sexuales con él. El interrogatorio se produce después de que la policía israelí registrara el pasado lunes la residencia oficial y la privada de Katsav.

Según fuentes policiales, el presidente puede afrontar dos posibles acusaciones: violación o relación sexual ilegal, al forzar a su empleada a mantener relaciones bajo la amenaza de despido. En ninguno de los casos la fiscalía puede procesarlo, según establece la ley. Otro asunto es si Katsav puede verse obligado a dimitir dependiendo del cariz que tome la investigación.

La figura del presidente en Israel es simbólica desde el punto de vista político, pero ejerce un papel de autoridad moral y de símbolo de la unidad nacional. La Kneset (Parlamento) puede destituir al jefe del Estado con una mayoría de dos tercios de los diputados. Además de con la crisis generada por el Líbano, el escándalo de Katsav coincide con el de Haim Ramon, exministro de Justicia, que se vio forzado a dimitir tras ser procesado por conducta indecente.