Hoy comienza en Iowa el largo proceso de primarias para escoger al demócrata que disputará la presidencia a Donald Trump en noviembre. Un proceso que tiene esta vez un calado casi existencial, dado el impacto extremo que el republicano está teniendo en la democracia estadounidense y el equilibrio mundial. La poesía de otras campañas ha dejado paso a una ecuación eminentemente prosaica: qué candidato tiene más opciones de derrotar a Trump.

Solo siete de los 11 candidatos que quedan en liza han hecho campaña en Iowa. Y solo cuatro tienen opciones de ganar, según las encuestas. Hay dos izquierdistas que aspiran a transformar el país relanzando el Estado del Bienestar y sacando el dinero de la política: los senadores Bernie Sanders y Elisabeth Warren. Y dos moderados que quieren edificar sobre lo construido por Barack Obama, unir al país y desterrar la mala educación de la Casa Blanca: el exvicepresidente Joe Biden y el alcalde Pete Buttigieg.

Muchos de sus votantes no decidirán hasta el último momento. El porcentaje de indecisos ronda casi el 50%. Iowa sirve más para hundir candidaturas que para predecir al nominado. En la totalidad del país es un estado irrelevante, con poco más de tres millones de habitantes. Pero ser el primero en las primarias, le concede más importancia de la que merece. Ningún candidato, con la excepción de John McCain en 2008, ha conquistado la nominación sin haber quedado entre los tres primeros en Iowa. El peculiar funcionamiento de sus asambleas electivas añade otro factor de suspense. Solo los candidatos que rebasan el 15% de votos en cada colegio electoral se consideran viables, lo que significa que sus votantes pueden elegir a otro candidato si su primera opción pincha en el recuento inicial.

En esta campaña en Iowa, Warren ha tenido la mejor organización sobre el terreno, pero ha sido Sanders quien más gente ha arrastrado en sus mítines. El desenlace de este primer envite dependerá en gran medida de quién sea capaz de movilizar a más votantes. Nunca ha votado más del 50% de los demócratas registrados en el estado, pero la trascendencia de estas primarias podría servir para pulverizar récords. Por grupos demográficos, Sanders es el candidato preferido de los jóvenes y los menores de 50 años, seguido por Warren. Buttigieg es la apuesta de aquellos entre 50 y 64 años, mientras Biden arrasa entre los pensionistas. Una aritmética que hace de estas primarias un pulso entre el futuro, el presente y el pasado. Y como se vio en el brexit, no siempre gana el futuro.