La rabia nunca vista en Lesbos. La célebre isla griega, antaño símbolo de solidaridad y acogida, estalló ayer en episodios de violencia social e ira ciudadana tras el chantaje del viernes del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de no bloquear las salidas de migrantes desde Turquía. Por segundo día consecutivo, las protestas se suceden en una Lesbos colapsada y sin medios para hacer frente a las llegadas.

A media tarde, turbas de civiles vestidos de negro y montados en motos impedían el acceso por las rutas secundarias al campamento de refugiados de Moria. Ya caído el sol, los caminos cercanos se llenaron de migrantes plantados en la ruta o que marchaban en dirección de Mitilele. De fondo se oían gritos y sirenas de ambulancias después de que un grupo de radicales se concentrara en el centro de la capital de Lesbos para manifestar su oposición a que en la isla se alberguen más migrantes.

El resultado fue también miedo y desazón entre muchos activistas y voluntarios que ayudan a los migrantes, algunos de los cuales no salieron de sus hoteles y se están planteando abandonar la isla tras la escalada de tensión. Una situación trágica que se sumó a la tragedia del fallecimiento de un niño frente a la costa de Lesbos, mientras viajaba en un bote con otros 47 migrantes. El incidente se produjo a primera hora, cuando los tripulantes de un bote hicieron volcar la embarcación, algo que, según la guardia costera, es una práctica común recomendada por los traficantes para forzar el rescate. El pequeño fue declarado muerto tras haber sido trasladado al hospital de la ciudad, informó la prensa local.

Maniobras con fuego real

Maniobras con fuego realEl Mando Supremo Militar para el Interior y las Islas de las Fuerzas Armadas de Grecia (ASDEN) también anunció maniobras militares inmediatas y con fuego real en el Egeo oriental, a poca distancia de las costas de Turquía, una acción cuyas consecuencias son imprevisibles. «Desde el 2 de marzo y en las próximas 24 horas habrá disparos con munición real de armamento ligero y pesado con trayectorias rectas en las regiones marítimas al este de las islas del Egeo oriental, desde la isla de Samotracia a Kastelórizo», informó el ASDEN. Al anuncio le siguió el ruido de cazas y helicópteros sobrevolando la isla.

Este cóctel potencialmente explosivo elevó aún más la sensación de inseguridad en una isla que también vive del turismo. «Las protestas empezaron el domingo y es probable que en los próximos días la situación se haga todavía más tensa», explicaba una nerviosa trabajadora de una compañía internacional de alquiler de coches. «Esta isla se ha vuelto un campo de concentración para migrantes. Esto es inasumible. Estamos agotados y Europa nos ha abandonado», argumentaba en el mismo tono Gavriilis, un marinero jubilado. «Pero esta ira ha explotado porque Erdogan está usándonos como arma para presionar a la Unión Europea», añadía.

El viento ya había empezado a cambiar el domingo, cuando desconocidos incendiaron un centro de acogida para migrantes en la playa Skala Sykamineas, anteriormente gestionado por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), según la prensa local. Este hecho y denuncias de activistas que afirmaron haber sido golpeados por radicales disparó la alerta de agencias internacionales y ONG, muchas de las cuales recomiendan a sus integrantes de mantenerse alejados de las grandes concentraciones.