Irak cerró la pasada medianoche sus fronteras, como parte de las draconianas medidas que ha puesto en marcha el Gobierno para garantizar la seguridad en el referendo que celebrará mañana, en el que los electores se pronunciarán sobre el borrador de la nueva Constitución. Ayer empezaron a votar los presos en las cárceles iraquís, así como el personal hospitalario.

Los sunís llegan divididos a la consulta, después que el Partido Islámico Iraquí (PII), la fuerza política suní más importante, decidió el miércoles aliarse con los shiís y kurdos y pedir el a sus seguidores. Al cierre de fronteras, que se prolongará hasta el domingo, se une el toque de queda de hasta 12 horas, así como la prohibición de circular a los vehículos privados por las calles y las carreteras del país.

LA FUERZA MULTINACIONAL El Gobierno ha decretado cuatro días de fiesta nacional. Las fuerzas de seguridad iraquís contarán con el apoyo de la fuerza multinacional, formada en su gran mayoría por los más de 150.000 soldados estadounidenses desplegados en el país árabe.

En los últimos 20 días, más de 400 personas han muerto en Irak víctimas de la violencia política, la mayoría a consecuencia de la explosión de coches bomba. Ayer, un artefacto explosivo estalló sin causar víctimas junto a la sede del PII en Faluya. Otras siete personas murieron en diferentes atentados.

A los presos detenidos en las cárceles iraquís se les permitió votar ayer en unas urnas instaladas en los centros penitenciarios. Se desconoce si las autoridades permitieron votar a Sadam Husein, cuyo primer juicio empezará el próximo miércoles.

MENSAJE DE BUSH A dos días del referendo, el presidente de EEUU, George Bush, eligió ayer a una decena de soldados que sirven en Irak para proclamar a coro los progresos realizados en ese país, precisamente cuando los ciudadanos de EEUU le han retirado su apoyo. Bush reclutó incluso un soldado del Ejército iraquí para participar también en la videoconferencia, retransmitida por la cadena CNN, que mantuvo desde la Casa Blanca con los militares seleccionados por el Pentágono.

Los soldados fueron aleccionados previamente sobre las preguntas que les haría el presidente, empezando por: "¿Qué progresos hemos hecho en los últimos 10 meses?". La sargento Corine Lombardo respondió que en ese plazo "ha mejorado la capacidad de las fuerzas de seguridad iraquís". Cuando Bush preguntó si "los iraquís quieren luchar", recibió un rotundo sí.