Los expertos de desarme de la ONU no encontraron ayer ningún impedimento en hacer su trabajo, desarrollado en dos silos situados cerca de Bagdad. Tras cuatro años de interrupción, el primer día de misión transcurrió con total normalidad.

Hiro Ueki, portavoz del equipo de inspectores, declaró que el primer equipo enviado a una localidad periférica de Bagdad regresó sin novedad a primera hora de la tarde al cuartel general. El segundo equipo, que se había desplazado más lejos, hacia el noroeste, debía regresar más tarde. A la pregunta de si se habían registrado problemas, Ueki respondió de forma contundente: "No".

VISITAS NO CONFLICTIVAS

No obstante, las inspecciones realizadas ayer son "modestas", y las potencialmente conflictivas tendrán lugar más adelante, según el exjefe de inspectores Richard Butler. Irak tiene de plazo hasta el 8 de diciembre para presentar una lista detallada de sus armas de destrucción masiva.

Seis miembros de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), dirigidos por el francés Jacques Baute, inspeccionaron durante tres horas un complejo dependiente de la Organización de la Industrialización Militar en las afueras de Al-Rachad, a 25 kilómetros al este de Bagdad. A su regreso, los inspectores rehusaron hacer declaraciones. Sin embargo, el director del silo visitado, Haitham Mahmud, afirmó que su personal había "cooperado totalmente con los expertos". "Plantearon preguntas y respondimos a todas ellas", precisó.

El segundo equipo, formado por 11 inspectores de la Comisión de Control, Verificación e Inspección de la ONU (Unmovic) se desplazó a la localidad de Al Amiriya, en la provincia de Anbar, a 140 kilómetros al noroeste de la capital iraquí. Allí inspeccionó durante más de cuatro horas una fábrica de grafito y de tubos para misiles.

Para llevar a cabo su misión, los inspectores van armados con un mandato específico de la ONU y la amenaza implícita de que EEUU atacará el país si el régimen de Sadam no coopera.

INCIDENTES Y MALENTENDIDOS

Los inspectores de la ONU controlaron el desarme de Irak durante siete años, de 1991 a 1998. La misión estuvo jalonada de incidentes, malentendidos e, incluso, divisiones en el seno de los equipos, como el que enfrentó al inspector Scott Ritter y a Richard Butler. La retirada se llevó a cabo para dar paso a los preparativos de la Operación Zorro del desierto .