Los iraquís que residen en el extranjero empezaron a votar ayer. Tienen de plazo hasta mañana, jueves, cuando las urnas se abran en Irak. El país árabe celebra elecciones legislativas, la tercera consulta popular que tiene lugar este año en territorio iraquí. Ayer se cumplieron 1.000 días desde la invasión del país por parte de las tropas anglo-estadounidenses.

Una guerra que ha sembrado Irak de muertos, heridos y desplazados. La violencia diaria se cobró ayer la vida de un candidato suní, que aspiraba a ocupar un escaño en el futuro Parlamento por la ciudad de Ramadi. Además, cuatro soldados estadounidenses resultaron muertos cuando el convoy en el que viajaban impactó con una bomba artesanal al noroeste de Bagdad.

Las autoridades esperan una alta participación de los expatriados, al menos superior a la que se registró en las legislativas de enero, en las que votaron más de 250.000 electores del millón y medio inscritos. Y por dos razones. Primero, porque sobre ellos no pesa la amenaza de los insurgentes que han llamado al boicot, y segundo, porque, a diferencia de los comicios de enero, gran parte de los partidos sunís han decidido sumarse al proceso político. El voto en el extranjero está limitado a sólo 15 países del mundo: ocho europeos, tres árabes, además de Irán, Australia, Canadá y Estados Unidos.

LAS CARCELES El voto de los expatriados estuvo precedido por el de los miembros de las fuerzas de seguridad, los enfermos y el personal de los hospitales y los presos. El Ejército de EEUU dijo que en las cárceles que tiene bajo su custodia votó el 90% de los 12.000 presos inscritos.

Para garantizar la seguridad de las elecciones en Irak, las autoridades han blindado el país: se han cerrado las fronteras y los aeropuertos, se ha ampliado el toque de queda y se ha prohibido la circulación de vehículos para evitar los atentados con coches bomba. A pesar de la fuerte presencia policial y militar en las calles, un grupo de hombres armados abatió ayer a tiros a Mezher Nagi al Dulaimi, líder y uno de los candidatos del Partido Progresista de Irak Libre, una pequeña formación que concurre en solitario a las elecciones de mañana.

Mientras, la Casa Blanca se distanció ayer de la cifra de los 30.000 iraquís muertos desde la invasión del país árabe, ofrecida la víspera por el presidente, George Bush. Según el portavoz, Scott McClellan, lo que hizo Bush es repetir una cifra publicada por medios de comunicación. McClellan recordó el alto número de víctimas "atribuibles a los terroristas y a los fieles de Sadam" y dijo que puede que el Gobierno iraquí trabaje con esa cifra, pero no la Casa Blanca.