El grifo de un gigantesco manantial de oro negro, calculado en 115.000 millones de barriles --las terceras reservas probadas del mundo-- se ha abierto oficialmente. Mientras el Ministerio del Petróleo iraquí ultimaba unas negociaciones sin subasta ni concurrencia con cuatro multinacionales --Exxon, BP, Total y Shell-- para firmar contratos de servicio que aumenten a corto plazo la producción de crudo iraquí en 500.000 barriles diarios, el Gobierno de Bagdad invitaba la semana pasada a 41 compañías a presentar ofertas para explotar ocho yacimientos de gas y petróleo y mejorar la producción en otros 1,5 millones de barriles antes del 2013.

Cinco años después de ser invadido, Irak, que nacionalizó su petróleo en 1972, se convierte en el primer país productor de Oriente Próximo en abrir significativamente su sector al exterior. Y lo hace en medio de las críticas por falta de transparencia, de libre competencia en la atribución de los contratos de servicio y por el papel aún por determinar de asesores de EEUU en el Ministerio del Petróleo.

El anuncio de Bagdad de abrirse a la inversión extranjera no es más que el último episodio de un proceso en el que las compañías agraciadas con los contratos de servicio se han ido posicionado en los últimos años entre las bambalinas para hacerse con el mejor trozo. BP no tiene reparos en reconocerlo. El contrato que negocia con Bagdad supone "la continuación de un estudio detallado realizado en el campo de Rumaila sur para mejorar la producción", admite a este diario Robert Wine, portavoz de BP.

A nadie se le escapa que la negociación de los contratos de servicio se produce sin puja. "La decisión de conceder contratos a corto plazo a compañías occidentales sin una subasta ha sido criticada", admite Ehsán Ul Haq, analista de JBC Energy, precisando que son "probablemente las adecuadas" para aumentar la producción. Sus palabras no soslayan la significativa ausencia de la rusa Lukoil, que firmó con Sadam Husein un contrato por 4.000 millones de dólares.

"UN PIE EN LA PUERTA" La paradoja es que los contratos de servicio son una fórmula que desagrada a las compañías porque crean una simple relación comercial en la que se limitan a suministrar asesoría técnica a un monopolio nacional. Pero ese no parece el caso de Irak. Los contratos de servicio "pueden ser considerados como poner un pie en la puerta" de un sector con posibilidades de beneficio, admite Ul Haq. Total, Shell, Exxon y BP estarán en posición de ventaja respecto a las demás compañías a medida que el país se abra a la inversión.

La influencia de los consejeros de EEUU en el Ministerio del Petróleo iraquí también despierta recelo. Desde Washington, Tom Casey, portavoz gubernamental, argumenta: los expertos "son técnicos similares a los que hay en muchos ministerios iraquís". La apertura no tendrá efecto alguno en el precio del barril, ni a corto ni a medio plazo.