"Sé que Irak ha sido motivo de división en este país", reconoció Tony Blair en las primeras palabras que pronunció en la madrugada de ayer en su circunscripción de Sedgefield. De que la guerra ha pasado factura al primer ministro británico no existe ninguna duda. Ha sido la principal causa del trasvase de votos de los laboristas a los liberal demócratas. Más allá del resultado, la apuesta antibelicista de algunos candidatos produjo algunos de los momentos más memorables de la larga noche electoral.

Pese a que los laboristas han perdido a una cincuentena de sus diputados, los candidatos de este partido que mantuvieron abiertamente una posición contra la guerra de Irak han renovado su escaño sin dificultad. Es el caso de los exministros Robin Cook y Claire Short, que dimitieron del Gobierno por disentir de la invasión, o la actriz-parlamentaria Glenda Jackson.

Reg Keys, el padre de un soldado muerto en Irak que concurría en la circunscripción de Blair, no logró su propósito de recortar la mayoría del premier en Sedgefield (de hecho, Blair la incrementó ligeramente). Pero tampoco hizo el ridículo. Los 4.252 votos que consiguió superan en mucho lo habitual en un candidato independiente, normalmente gente obsesionada con una sola idea o tipos estrafalarios que buscan publicidad.

Minuto de oro

Al margen del respaldo electoral logrado, Keys proporcionó uno de los minutos de oro de la noche, con el discurso que pronunció, tras la proclamación de los resultados en Sedgefield, y muy poco después de que hubiera hablado Blair.

"Mi hijo murió en un guerra lanzada en circunstancias extremadamente controvertidas. Si hubiera sido avalada por la legalidad internacional, yo tendría ahora el mismo dolor, pero no hubiera estado haciendo campaña. Si se hubieran encontrado las armas de destrucción masiva, yo tendría el mismo dolor, pero tampoco hubiera estado haciendo campaña", afirmó Keys en su discurso. Tony Blair, situado justo detrás, escuchaba con el rostro visiblemente compungido.

"En mi corazón --continuó Keys, con Blair a dos palmos-- tengo la esperanza de que un día el primer ministro será capaz de pedir perdón a las familias que sufren". A su lado, una antigua modelo que participó en su campaña lucía un gorro con el término "Bliar", un juego de palabras entre Blair" y "liar" (mentiroso).

Muchos más kilómetros al sur, en el East End londinense, el restaurante Prithi, que sirve comida bengalí, era al mediodía de ayer el testigo mudo que horas antes había presenciado uno de los bombazos de la noche electoral. El dueño, Azmal Hussain, apenas había tenido tiempo de recoger los restos de comida y bebida dejados por las 1.500 personas congregadas toda la noche para celebrar el triunfo de George Galloway, el diputado díscolo que fue expulsado del Partido Laborista por su fuerte oposición a la guerra de Irak.

Galloway logró arrebatar el escaño de Bethnal Green and Bow a la hasta ahora diputada del distrito, la laborista Oona King, quien pese a representar a una circunscripción mayoritariamente musulmana defendió con vigor la guerra de Irak.

El golpe más duro

King, muy popular hasta entonces, había logrado, en el 2001, 10.000 votos de ventaja sobre su inmediato rival. El jueves, Galloway la sobrepasó en 823 votos e infligió al partido de Tony Blair posiblemente el golpe más duro de la jornada. "Señor Blair; esto es por Irak. Esta y todas las demás derrotas que ha sufrido esta noche son por Irak", casi gritó Galloway tras la proclamación de su triunfo. "Hemos destruido a Oona King. Blair pide ahora dejar atrás las divisiones suscitadas por Irak. No se lo permitiremos", aseguró ayer a este diario Ron McKay, el jefe de la campaña de Galloway.