El ministro de Interior iraquí, Falah Hasan al Naqid, aseguró ayer que Irak corre el peligro de precipitarse hacia la guerra civil si el próximo día 30 no acude a votar masivamente la comunidad suní, que mantiene el boicot a las elecciones. La advertencia se produjo mientras se suceden los ataques rebeldes contra los shiís, como el que mató ayer a tres personas tras estallar un coche bomba frente a un local del principal partido político de esta comunidad, en Bagdad.

A 12 días de los comicios, el Gobierno anunció ayer una serie de medidas draconianas para garantizar la seguridad a los electores. Del 29 al 31 de enero se cerrarán las fronteras con los países vecinos (Arabia Saudí, Irán, Jordania, Kuwait, Siria y Turquía). Se limitará la circulación de vehículos y se ampliará el toque de queda por la noche.

La no participación de los sunís en los comicios impedirá la presencia de representantes de esta comunidad en el Parlamento, lo que beneficiará a los shiís, mayoritarios en el país. Este panorama preocupa al ministro de Interior, de confesión suní, que teme que el boicot arrastre a las dos comunidades a un enfrentamiento armado.

CANDIDATO ASESINADO Esto es lo que buscan los grupos armados sunís que siguen con su campaña de atentados contra los shiís. Además del coche bomba que hizo estallar un suicida junto a la sede en Bagdad del Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Irak, varios hombres encapuchados asesinaron en la capital a un candidato shií.

Pero la violencia no acabó ahí. El grupo armado Brigadas al Numan reivindicó el secuestro de ocho trabajadores chinos. La cadena Al Jazira mostró imágenes de los rehenes, acusados por sus captores de trabajar para una empresa de EEUU. Un libanés fue también secuestrado.

La única nota positiva ayer fue la liberación del arzobispo de Mosul, Basile Georges Casmoussa, que ha permanecido 24 horas retenido Fuentes del Vaticano dijeron que el arzobispo estaba bien y que no se pagó rescate.