El programa espacial de Irán, que emplea tecnología susceptible de ser utilizada en un hipotético ataque nuclear con misiles de largo alcance, dio ayer un nuevo salto cualitativo. Con todo el boato, las autoridades de Teherán anunciaron la puesta en órbita, mediante un cohete propio, de un satélite de comunicaciones e investigación también íntegramente iraní, provocando reacciones de inquietud y condena en varias cancillerías occidentales. Aunque se trata de un lanzamiento anunciado previamente, su importancia radica en que es la primera ocasión en que el país de los ayatolás despacha al cosmos, mediante su propia tecnología balística, un ingenio espacial fabricado íntegramente dentro de sus fronteras.

El acontecimiento, que coincidió con el 30º aniversario de la Revolución Islámica, mereció que el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, se dirigiera a sus compatriotas con un mensaje televisado que rezumaba satisfacción y autocomplacencia: "Querida nación iraní: vuestros hijos han puesto el primer satélite espacial local en órbita, en el nombre de Dios y del doceavo imán del chiísmo. Con la ayuda de Dios y el deseo de justicia y paz, la República Islámica ha registrado de forma oficial su presencia en el espacio".

TELECOMUNICACIONES La puesta en órbita del satélite de comunicaciones e investigación Omid (Esperanza) fue dada a conocer por la televisión local, que mostró imágenes de un cohete despegando de una plataforma sita en un lugar secreto y elevándose hacia el espacio en medio de la oscuridad. El cohete empleado en la operación, denominado Safir-2, es capaz de colocar un satélite ligero en una órbita baja a una distancia mínima de 250 kilómetros y máxima de 500 kilómetros. Constituye una derivación del cohete Shahab-3, el más potente del arsenal iraní, con un radio de alcance de cerca de 2.000 kilómetros, distancia que abarca Israel y el sureste de Europa, aunque en realidad son cohetes que se asemejan a los empleados por Corea del Norte en sus tests balísticos.

El satélite Omid realizará cada 24 horas un total de 15 revoluciones alrededor de la Tierra. Debe orbitar durante tres meses, antes de descender de nuevo con la información recabada. Irán ya contó en el 2005 con un satélite en el espacio, aunque en esa ocasión fue un cohete ruso el que se encargó de elevar el artilugio.

DISCURSOS APACIGUADORES De nada sirvieron los discursos apaciguadores de varios dirigentes iranís, que aseguraron que el lanzamiento tenía objetivos pacíficos y que no estaba diseñado para inquietar a nadie. "Las actividades de Irán en el ámbito de los satélites están destinadas solo a la paz. Nuestras capacidades militares tienen solo un objetivo defensivo", declaró desde Adís Abeba el ministro de Exteriores iraní, Manucher Motaki.

Altos representantes de las diplomacias de EEUU y del Reino Unido se apresuraron a manifestar su inquietud por el paso dado por Irán. "Es muy preocupante", subrayó el portavoz del Departamento de Estado, Robert Wood. Preguntado acerca de si el lanzamiento modifica el equilibrio estratégico en la región, Wood respondió rotundamente que "no". Bill Rammel, secretario de Estado en el Foreign Office británico, añadió que Irán había enviado "una señal errónea a la comunidad internacional". Y es que se produce mientras el nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, intenta tender puentes.

Los expertos no parecen tener dudas de que el régimen de Teherán intenta apuntalar su dominio en el ámbito de la tecnología balística. "Este lanzamiento representa un nuevo avance tecnológico para Irán", advirtió Mark Fitzpatrick, investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en Londres.

"Un motivo de preocupación es que el cohete utilizado es idéntico al misil balístico Shahab-3, con lo que cada lanzamiento mejora su fiabilidad y puntería", añadió Fitzpatrick. No obstante, "no es tan preocupante como el lanzamiento, el pasado noviembre, de un misil de combustible sólido. Esos misiles gozan de mayor movilidad y son menos vulnerables a ataques preventivos", concluyó.