Teherán no afloja, ni mucho menos. Justo antes de que su presidente, Mahmud Ahmadineyad, emprenda hoy el viaje a Nueva York para hablar el martes ante la Asamblea General de la ONU, Irán aprovechó ayer el desfile anual conmemorativo del inicio de la guerra que desangró este país y el vecino Irak en los años 80 para exhibir su vigorosa musculatura militar y reiterar su desafío a Occidente. El número estrella de la función fue la puesta de largo del Ghadr-1, un nuevo misil con un alcance de 1.800 kilómetros, más que suficiente para amenazar a Israel y las bases estadounidenses en la región.

RUSIA Y CHINA FRENAN En farsi, ghadr significa poder. Y lo cierto es que Ahmadineyad se sentía ayer poderoso: "Quienes piensen que con instrumentos anticuados, como la guerra psicológica y las sanciones económicas, pueden detener la marcha de Irán hacia el progreso, se equivocan por completo", proclamó en respuesta a la creciente presión internacional contra su programa nuclear. Lo cierto es que tras la sonora referencia a la "guerra" del jefe de la diplomacia francesa, Bernard Kouchner, una reunión de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania para estudiar nuevas sanciones acabó el viernes sin avances. Al parecer, Rusia y China echaron una vez más el freno. Y la idea del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de imponer a Teherán sanciones adicionales fuera del marco de la ONU fue bien recibida en Washington pero no en Berlín, según revela la revista Der Spiegel .

En su discurso, Ahmadineyad arremetió contra "la presencia de fuerzas ilegítimas en la región", por las tropas estadounidenses en Irak, y las invitó a "tomar la valiente decisión de admitir la derrota y retirarse". En el desfile se podía leer "Muerte a América" e "Israel debe ser borrado del mapa".