El régimen iraní intentó ayer tranquilizar a quienes sospechan que empleará el suministro de petróleo como arma de presión en el marco de la crisis nuclear. El país con las segundas reservas del mundo prometió que seguirá cumpliendo sus compromisos con independencia de los derroteros que tome el conflicto desencadenado por el programa de enriquecimiento de uranio. El anuncio supuso un alivio para los mercados internacionales, alarmados por la escalada del precio del crudo.

"Consideramos que el suministro energético es vital para el mundo", manifestó el ministro de Exteriores iraní, Manoucher Mottaki, en una conferencia de prensa celebrada en Ginebra. "No emplearemos la energía como elemento de presión política", añadió.

Mottaki se mostró sereno al hablar del ultimátum del Consejo de Seguridad de la ONU, que el pasado miércoles dio 30 días de plazo al régimen para que ponga fin a sus actividades nucleares. "No creo que haya un gran riesgo de que nos impongan sanciones", dijo. "Irán ha decidido no ceder a las amenazas", reiteró el ministro, que no descartó la posibilidad de una solución negociada antes de que acabe el ultimátum.

De visita en el Reino Unido, la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, dijo que sí existe la posibilidad de imponer sanciones. Lo que no está en la agenda, según Rice, es el empleo de la fuerza militar para disuadir al régimen de los ayatolás.

Mientras, el régimen iraní probó ayer con éxito una nueva versión de su misil de largo alcance Shihab II, el Fajr-3, un proyectil capaz de transportar una cabeza nuclear e invisible a los radares.