Los primeros resultados provisionales de las elecciones legislativas celebradas en Irán indican lo que ya era del todo previsible. Los conservadores volverán a dominar el Parlamento durante los próximos cuatro años. Los reformistas, a los que solo se les permitió presentar alrededor del 11% de sus candidatos, obtendrán, en el mejor de los casos, medio centenar de los 290 escaños que estaban en juego. Dadas las circunstancias, de lograrlo sería todo un éxito para ellos.

Según las autoridades, la participación en la jornada electoral del viernes fue del 60%, 10 puntos por encima de la que se registró en las legislativas de hace cuatro años. Los votos escrutados hasta el día de ayer indicaban que los conservadores se habían hecho con el 75% de los escaños. Falta por escrutar parte de los votos en varias ciudades del país, entre ellas Teherán, donde están en juego hasta 30 diputados. Los resultados definitivos podrían conocerse hoy.

Estas elecciones han servido, entre otras cosas, para calibrar el grado de apoyo popular al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, que llegó a la presidencia en el 2005 y que lidera la línea más dura del sector conservador. Los analistas prevén que serán los candidatos del mandatario iraní los que obtengan más escaños. Ahmadineyad cuenta con el respaldo de los Guardianes de la Revolución, una fuerza armada paralela al Ejército iraní que nació en 1979 tras el derrocamiento del sha y la creación de la República Islámica.

LA LINEA MAS RADICAL Durante la presidencia de Ahmadineyad, el sector más radical ha ido escalando posiciones, tanto en el terreno político como el económico, y ha ido desplazando al sector conservador considerado más moderado, crítico con la política económica y exterior del presidente. La política de subsidios masivos, financiada a golpe de petrodólares, ha contribuido a que se haya disparado la inflación a cerca del 20%. Hay que tener en cuenta, además, que la economía del país depende un 80% de los ingresos derivados del preciado oro negro.

La idea más extendida entre los analistas y los observadores es que en el enrevesado universo político iraní se libra un pulso entre el sector liderado por Ahmadineyad, formado básicamente por gente de su generación, y la vieja guardia, constituida fundamentalmente por los clérigos. En medio y como fuerza de equilibrio actúa el guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, el verdadero hombre fuerte del país.

LA OPOSICION "Obviamente en esta lucha está fuera el sector reformista, que está muy debilitado", declara a este diario el analista iraní Said Leilaz. En su opinión, Ahmadineyad renovará probablemente su mandato en las presidenciales del 2009, aunque advierte de que va a encontrar una fuerte oposición en el nuevo Parlamento debido a la situación económica del país.

La previsión es que, de prevalecer la línea dura, crezca el enfrentamiento que mantiene Occidente con Irán por el programa nuclear. Estados Unidos acusa a Teherán de pretender fabricar armamento atómico. Irán afirma que su propósito es generar energía eléctrica.

Precisamente Alí Lariyani, el exnegociador iraní en materia nuclear, ha logrado un escaño en el Parlamento al obtener el 76% de los votos en la ciudad de Qom. Numerosos analistas atribuyen la dimisión de Lariyani a su desacuerdo con la política dura de Ahmadineyad en la negociación con Occidente.