Con una bandera iraquí en el pin que lucía sobre su impecable camisa azul, el teniente general (retirado) norteamericano Jay Garner miró a sus invitados y proclamó: "Hoy comienza un Irak libre y democrático". Tras una breve pausa, para dar más dramatismo a sus palabras, agregó: "¿Qué mejor lugar que la cuna de la civilización para el inicio del Irak libre?"

Estaban --el anfitrión y sus 80 huéspedes-- bajo una gran tienda de campaña blanca, a la sombra del alto zigurat que vigila las ruinas de la ancestral ciudad de Ur (destruida en el año 2035 antes de Cristo), en la base aérea --hoy estadounidense-- de Tallil.

Ante el rostro escéptico de los representantes tribales, y de las comunidades étnicas y religiosas, iraquís presentes, el enviado especial de la Casa Blanca, Zalmay Jalilzad, se apresuró a agregar, en árabe: "Estados Unidos no tiene ningún interés, en absoluto, en gobernar Irak".

MANIFESTACION SHII

A la vista del resultado de la reunión, los delegados no quedaron plenamente convencidos de aquella promesa. De los 13 puntos aprobados --aparte de proclamas en favor de la democracia y contra los saqueos--, sólo se puede considerar un acuerdo el de celebrar un nuevo encuentro dentro de 10 días. Porque de los dos temas fundamentales sólo se constata que los participantes en la reunión "discuten" sobre el "papel de la religión en el Estado y la sociedad" y el "principio de que los iraquís deben escoger a sus líderes, no tenerlos impuestos desde fuera".

A pocos kilómetros de allí, en la ciudad de Nasiriya (donde se produjo la más intensa resistencia armada a la invasión anglo- norteamericana), miles de shiís se manifestaban contra la ocupación de las tropas de Estados Unidos y especialmente contra la persona de Jay Garner --auténtico virrey del presidente norteamericano, George Bush, en Irak--, cuyas estrechas relaciones con la ultraderecha israelí son de todos conocidas.

Esa primera conferencia de la transición política iraquí tras el derrocamiento del presidente Sadam Husein fue boicoteada por el principal movimiento opositor de la comunidad shií (que forma el 60% de la población de Irak), el Consejo Supremo de la Revolución Islámica, cuyo portavoz subrayó: "No podemos formar parte de un proceso que está regido por un general americano".

Ni siquiera el líder iraquí preferido por el Pentágono, Ahmed Chalabi, accedió a participar personalmente en el encuentro y anunció que los grupos políticos de Irak se reunirán próximamente en Bagdad al margen del enviado norteamericano. "Los iraquís deben gobernar Irak, y no necesitamos ni a un general americano ni a un burócrata de la ONU al cargo", proclamó el portavoz de Chalabi. Un veto a Garner que, de momento, paraliza el proceso sucesorio.

MATANZA EN MOSUL

Curiosamente, bajo la misma tienda de Tallil había más delegados de la coalición invasora, pero sólo de los otros tres países que enviaron soldados a participar en los combates: Reino Unido, Australia y Polonia. Y, entre los iraquís, muchos más dirigentes y militantes votaban con sus pies y sus manos contra los ocupantes del país.

Como los 12 manifestantes que perecieron ayer en la localidad de Mosul, principal ciudad del Kurdistán, cuando las tropas norteamericanas abrieron fuego contra la multitud kurda que protestaba por el nombramiento de un gobernador árabe por parte del mando militar ocupante. Estados Unidos aseguró que sus soldados no dispararon contra la muchedumbre, sino que se defendieron del ataque de unos francotiradores, pero el balance fue revelador: una docena de muertos y decenas de heridos civiles mientras que los militares estadounidenses no sufrieron ni un rasguño.

También continuaron las movilizaciones populares contra la potencia ocupante en Bagdad, donde la población --castigada por tres semanas de bombardeos-- estaba furiosa por la incapacidad de los invasores para detener los saqueos e imponer la ley y el orden. Los pillajes continuaban en la capital iraquí--como pudo constatar el enviado especial de EL PERIODICO en un largo recorrido por la ciudad-- a pesar de la propaganda del día anterior sobre el inicio de patrullas conjuntas de marines y policías iraquís para controlar el caos. El número de víctimas de la guerra sigue creciendo incluso después de la victoria aliada, pero probablemente nunca se sabrá cuántas hubo.