Isabel II, su marido, el duque de Edimburgo, el primer ministro, Gordon Brown, y el líder conservador, David Cameron, se inclinan, haciendo una profunda reverencia ante un barril de petróleo. La caricatura publicada ayer por el diario The Times explica, sin palabras, la razón por la que el rey de una de las más sangrientas dictaduras es recibido con honores y fastos por los representantes de la distinguida democracia británica.

La visita oficial del rey Abdalá de Arabia Saudí al Reino Unido comenzó ayer en Londres en medio de tensiones diplomáticas y denuncias de corrupción y violación de los derechos humanos. Exteriores rechazó nuevamente las alegaciones de las autoridades saudís, quienes afirman haber suministrado a los británicos información que podía haber evitado los atentados de Londres en el 2005. La acusación, lanzada por Abdalá, de 83 años, horas antes de viajar, ha crispado aún más el ambiente de una visita, preparada con todo detalle durante dos años, que provoca consternación y repugnancia en ciertos sectores sociales.

CRITICAS DE AMNISTIA Mientras la Reina y su invitado, acompañados por miembros de sus respectivas familias, desfilaban en seis calesas tiradas por caballos por la avenida del Mall, camino del Palacio de Buckingham, Amnistía Internacional hacía pública una lista de los brutales abusos cometidos a diario por el régimen saudí. Ejecuciones (124 este año), algunas de ellas públicas, flagelaciones, amputación de extremidades a los delincuentes y torturas a pacíficos opositores políticos. La violencia es sistemática contra inmigrantes y mujeres. Estas últimas no pueden conducir coche, tener pasaporte ni salir a la calle sin la custodia de un hombre.

Los gritos de "sinvergüenzas" e "hipócritas", lanzado por un pequeño grupo de manifestantes pudieron escucharse al paso del cortejo real, con la presencia de Gordon Brown y la titular de Interior Jacqui Smith.

La posición del Gobierno laborista no puede ser más comprometida. Los mismos políticos que condenan los regímenes dictatoriales de Birmania y Zimbabue agasajan a los saudís, a los que consideran los más importantes aliados en el golfo Pérsico. El petróleo es la otra poderosa razón que explica la doble moral de Londres. Arabia Saudí, donde trabajan 20.000 británicos, posee el 24% de las exportaciones mundiales de crudo.

EL DISPOSITIVO No serán los derechos humanos sino la crisis en Oriente Próximo, la lucha contra el terrorismo y la cooperación comercial, con unas exportaciones británicas de 5.000 millones de euros, los asuntos que dominen las discusiones entre las dos delegaciones. La del rey saudí está compuesta por 23 consejeros y 400 ayudantes, que han necesitado cinco aviones jumbo para ir a Inglaterra. El séquito, distribuido por los hoteles de superlujo de la capital --que se ven sometidos a un férreo control policial--, mientras el monarca pernocta en palacio, ha precisado de 84 limusinas para transportar su equipaje, que tardó tres horas en ser descargado.