Más que una porfiada disputa familiar, fue un recordatorio de cómo se solventan los conflictos en Uzbekistán, la más poblada de las exrepúblicas soviéticas de Asia Central, gobernada desde la desintegración de la URSS por un régimen tildado de caciquil ycleptócrato por los expertos, y al frente del cual se hallaba, hasta esta semana, el difunto Islam Karímov, el mismo hombre que poco antes de la implosión soviética ejercía el cargo de primer secretario de la rama uzbeka del partido comunista.

En el 2012, tras haber logrado acaparar sectores enteros de la economía, controlar cadenas de televisión y ejercer dediseñadora y cantante pop, Gulnara Karímova, la hija mayor del difunto presidente de Uzbekistán, se vió salpicada en una investigación por corrupción realizada por periodistas suecos. Los reporteros averiguaron que el gigante de las telecomunicaciones sueco-finlandés TeliaSonera pagó 300 millones de euros en sobornos por acceder al mercado de teléfonos a una pequeña empresa de Gibraltar a nombre de Gayane Avakyam, que trabajaba en una boutique propiedad de Gulnara en Tashkent, la capital.

La noticia fue el inicio de la caída en desgracia de la hija mayor del presidente uzbeko, a quién se le consideraba la sucesora natural del difunto cabeza de familia. Dos años más tarde, y después de enfrentarse con poderosos prohombres del régimen y de su propio clan familiar, incluyendo a su madre Tatyana y a su hermana Lola, y denunciar públicamente los excesos de su padre, el presidente Karímov recluyó en prisión domiciliaria a su hija, acusada ya de pertenecer a una banda mafiosa que se apropió de hasta de 40 millones de dólares.

IGNOTAS COTAS DE REPRESIÓN

Todos los analistas coinciden en denunciar que bajo el mandato de Islam Karímov, procedente de la élite comunista soviética, el país ha alcanzado cotas de represión casi ignotas en la región centroasiática, con la única salvedad de Turkmenistán, cuyo presidente Saparmurat Niyazov, escribió el Rukhnamá (libro del Alma), considerada una "constitución moral" que los escolares locales estudiaban en la escuela.

"No tenía delirios como el líder turcomeno, pero basaba su régimen en el miedo; había logrado que incluso la limitada oposición que existía en Tashkent (la capital) asumiera el mensaje de que una transición y apertura del régimen acarrearía el caos", ha explicado a EL PERIÓDICO Nicolás de Pedro, investigador principal responsable del espacio pososviético del Centro de Estudios y Documentación Internacional en Barcelona (CIDOB).

Uzbekistán y su opaco régimen, estrecho aliado de Occidente en la lucha contra el extremismo islámico y el terrorismo internacional en los años posteriores a los atentados del 11-S, han aparecido regularmente en las listas de países más represores del mundo. En el 2002, Human Rights Watch (HRW) denunció el caso de la muerte en la infausta prisión de Jaslyk de Muzafar Avazov, de 35 años, cuyo cadáver fue devuelto a su familia con quemaduras "en el 60-70% de su cuerpo", -nalgas, piernas, baja espalda y brazos. De acuerdo con la oenegé norteamericana, "los doctores que pudieron ver el cuerpo informaron que semejantes quemadiras podrían solo haber suido causadas por la inmersión de Avazov en agua hirviendo". Los niveles de corrupción son elevadísimos, comparables a los existentes en África, ocupando el país el puesto153 -de un total de 167 estados- en la lista del Índice de Percepción de la Corrupción elaborada por Transparencia Internacional.

La principal incógnita reside ahora en saber si el régimen logrará pactar una trasición rápida hacia un nuevo líder y consensuar un candidato que permita sortear el vacío de poder que ha provocado la muerte de Karímov. "Todo apunta a que (Karimov) se ha muerto más rápido de lo esperado, y que en vida no dio pasos para designar a un sucesor", apunta De Pedro, quien no descarta que se produzca "agitación en la calle" si la sucesión no se encarrila de forma exitosa.

Las exequias fúnebres, previstas para hoy sábado, van a dar una pista sobre quién sucederá al dictador centroasiático. El primer ministro Chavkat Mirzioiev ha sido encargado de organizar el evento, lo que, en opinión de los expertos, constituye una "poderosa indicación" del papel que podría asumir tras la muerte de Karímov. Rustan Innoyatov, al frente del todopoderoso Servicio Nacional de Seguridad, exKGB, velará de cerca la transición en el país centroasiático.