El Gobierno israelí dio ayer carpetazo a las especulaciones acerca del malestar generado por la intención de EEUU de vender armamento puntero a Arabia Saudí y otros cinco países del Golfo con los que Israel no mantiene relaciones diplomáticas. "Entendemos el deseo de reforzar a los estados moderados de la región que participan junto a EEUU e Israel en la lucha contra Irán", dijo ayer el primer ministro, Ehud Olmert. Pero su comprensión tiene un precio. La Casa Blanca también se dispone a aumentar su ayuda militar anual a Israel. Una "mejora significativa", en palabras de Olmert, quien tiene el compromiso de su aliado de mantener la "superioridad militar" israelí "sobre los estados árabes".

Los detalles del acuerdo se fraguaron, según Olmert, en su reunión con George Bush en la Casa Blanca el mes pasado. Durante la próxima década Israel, que ayer aprobó el incremento de su presupuesto de Defensa, recibirá 2.200 millones de euros anuales para renovar su arsenal.

Arabia Saudí está lejos de ser percibido como una amenaza. Tel-Aviv comparte con Riad y el resto de reinos pro-EEUU del golfo su preocupación por el avance del programa nuclear iraní, el apoyo de Teherán a los chiís en Irak, su alianza con Siria y el respaldo financiero que otorga a organizaciones como Hamás e Hizbulá. Aprecia además los esfuerzos de la casa real saudí por promover la paz árabe-israelí en el marco de la Liga Arabe. Pero es consciente de la fragilidad de todos los regímenes del Golfo, que podría dejar en manos de fuerzas hostiles la última generación de armamento de EEUU. "Hay que recordar que esos gobiernos pueden ser derrocados", dijo ayer el diputado derechista de la oposición Yuval Steinitz.

La venta de armas al Golfo también despierta recelos en EEUU. Algunos congresistas airearon ayer su desconfianza hacia Arabia Saudí por su actitud demasiado laxa para detener el flujo de saudís a Irak y por las declaraciones del rey Abdulá, hace unos meses, calificando de "ocupación ilegal" la presencia de EEUU en suelo iraquí.