El Ejército israelí entonó ayer un tenue mea culpa sobre su polémico asalto a la Flotilla de la Libertad , que dejó nueve muertos, al mundo boquiabierto y los lazos con Turquía, su principal aliado musulmán, al borde de la ruptura. Lo hizo tras una investigación interna liderada por el general en la reserva Giora Eiland y cuyas partes sin información clasificada fueron hechas públicas ayer.

El informe, de 150 páginas, habla de "errores" en dos campos. El primero se refiere a la falta de información de inteligencia sobre la posibilidad de que los militares encontrasen resistencia al abordaje, efectuado hace mes y medio en aguas internacionales. El segundo habla de la planificación. Había, matiza, un plan de acción "razonable", pero faltaba preparación para un "escenario más peligroso".

LOS FALLOS "Se cometieron errores en el proceso de decisión, incluso a un nivel relativamente alto, que contribuyeron a un resultado que no habíamos deseado", explicó a la prensa Eiland antes de añadir: "También hemos llegado a conclusiones muy positivas, en particular sobre el comportamiento valiente y muy profesional de las tropas israelís. Solamente recurrieron a la fuerza cuando su vida estaba en peligro inmediato". No habrá acciones disciplinarias.

Uno de los puntos más espinosos es la defensa de la decisión de abordar la nave, con soldados descendiendo por una cuerda desde un helicóptero. El informe dice que no había otra opción, pero las propias imágenes proporcionadas por el Ejército para apoyar su versión de los hechos ponen en duda la pertinencia de desplegar un cuerpo de elite justo en el lugar donde se les esperaba con palos.

La investigación militar es, sobre todo, para consumo interno. Para evitar juicios ajenos, Israel ha aceptado una investigación civil con dos observadores extranjeros, pero el experimento puede acabar por salirle rana.