Las espadas siguen en alto en Israel, país en el que no ha podido constituirse un Gobierno después de tres elecciones fallidas. El primer ministro, Binyamín Netanyahu, y su principal rival, el exjefe del Estado Mayor Benny Gantz, de la coalición de centroderecha Azul y Blanco, no han logrado consensuar un pacto para compartir el poder en el plazo otorgado por el presidente del país, Reuven Rivlin. En una carta, el jefe del Estado trasladó ayer a la Kneset, el Parlamento israelí, el encargo de articular una mayoría que dé a luz un nuevo Ejecutivo.

Gantz y Netanyahu negociaban un acuerdo en el que el segundo se mantendría en el cargo durante 18 meses, para que luego Gantz le sustituyera. Pese al fracaso, ambos dirigentes emitieron un comunicado en el que aseguran que seguirán negociando, una posibilidad mientras la Cámara no sea disuelta. Si en un plazo de 21 días ningún diputado logra formar una mayoría parlamentaria ni las negociaciones entre los dos líderes dan frutos, serían convocados nuevos comicios legislativos, los cuartos en poco más de un año.

CUARTA RONDA / «Espero que los miembros de la Kneset sean capaces de formar una mayoría de forma que se pueda formar un gobierno lo antes posible y evitar una cuarta ronda de elecciones», señaló Rivlin, horas después de que los intentos de último minuto de Gantz por cerrar un acuerdo de coalición fracasaran.

El principal escollo, según la prensa israelí, radica en el ámbito de la justicia, habida cuenta además, de que Netanyahu afronta un complicado calendario tras haber sido acusado en tres casos de corrupción. El Likud, el partido del primer ministro, quería reservarse el derecho a vetar cualquier nombramiento judicial. Además, Netanyahu quería blindarse ante la posibilidad de que el Tribunal Supremo del país le relevara por las acusaciones que pesan contra él. La titularidad del Ministerio de Exteriores también era uno de los temas en disputa. El partido de Netanyahu había exigido que recayera en uno de sus miembros, a lo que a lo que Azul y Blanco habría respondido pidiendo a cambio otra cartera de igual peso político. Sin embargo, existía consenso en temas a priori espinosos como la anexión de algunas partes de Cisjordania a raíz del acuerdo de paz propuesto por EEUU.

La ausencia de un Gobierno investido por el Parlamento en plena crisis sanitaria por la epidemia de coronavirus puede dañar las perspectivas del país en la recuperación económica, pero parece que está beneficiando al líder del Likud. Un sondeo difundido el pasado lunes por la Cadena 12 vaticina que el Likud se impondría en unos nuevos comicios y obtendría una ventaja de otros cuatro diputados en relación con la composición actual de la Kneset, alcanzando los 40 escaños. Blanco y Azul vería reducida su representación a 19 parlamentarios.

La gestión de la crisis sanitaria está recayendo sobre el Gobierno en funciones presidido por Netanyahu, que sale bastante bien parado en las encuestas. Alrededor del 64% de los ciudadanos sondeados apoyan cómo ha afrontado la epidemia, en un país donde se han registrado 12.500 casos de coronavirus y unas 150 muertes, unas cifras relativamente bajas comparadas con el impacto de la pandemia en Europa Occidental. Sin embargo, sí que se vislumbra una grave crisis económica debido al confinamiento decretado por las autoridades. La tasa de paro ha alcanzado el 25% de la población activa.