Encallado en nuevos fangos diplomáticos, y duramente fustigado por la prensa local e internacional, el Gobierno israelí optó anoche por evitar más fricciones innecesarias con sus aliados anunciando la deportación inmediata de todos los activistas propalestinos que viajaban en la Flota de la Libertad . "Todos los ciudadanos extranjeros que estaban a bordo de la flotilla y fueron detenidos serán expulsados inmediatamente, a partir de esta noche", rezaba un comunicado difundido a última hora de la noche por la oficina del primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu. Según la radio militar israelí, la operación de repatriación se completará mañana.

La gran mayoría de los cerca de 700 pasajeros se habían negado ayer a firmar la repatriación voluntaria y esperaban retenidos en una cárcel de Berseba. La OTAN y algunos países, como Irlanda y Francia, habían pedido su "liberación inmediata y sin condiciones".

No parece que Israel quiera más problemas. En el texto de la repatriación voluntaria que empezó a ofrecer ayer a las mujeres ya no había ninguna mención a que hubieran entrado "ilegalmente en el país", como sostuvieron la víspera algunos de sus funcionarios. Dado que el asalto a la flotilla se produjo en aguas internacionales, pocos activistas habrían estado dispuestos a reconocer un delito que no cometieron. Cerca de medio centenar de integrantes de la expedición regresaron ya ayer a sus países.

REGRESO DE LA ESPAÑOLA La activista catalana, Laura Arau, aceptó ayer el documento, tras cerciorarse de que estaba limpio de acusaciones. Como ella, unas 630 personas esperaban en la cárcel de Ela. Dormían en celdas con las puertas abiertas, separados de los presos comunes y con acceso a los espacios comunitarios, pero solo algunos pudieron llamar a sus casas, según las fuentes diplomáticas españolas que pudieron visitar ayer a Arau, al madrileño Manuel Tapial y al valenciano David Segarra.

También el Comité Internacional de la Cruz Roja dijo que había sido autorizado a visitar a "varias decenas" de ellos y que trabajaba para "verificar la situación de los heridos y prisioneros" y contactar con sus familias.

HASTA 40 HERIDOS Pero el velo de secretismo impuesto sigue vigente. Todavía no se conoce la identidad de los nueve muertos en el abordaje al Mármara Azul . Sí se sabe que en los hospitales hebreos hay cerca de 40 heridos, nueve de ellos graves y la mayoría turcos.

Hasta el gesto conciliador de anoche, Israel parecía decidido a juzgar a los que se resistieron al abordaje de sus comandos con palos, puñetazos y sillas. No parecía importarle que la operación hubiera violado la legalidad internacional, al producirse fuera de sus aguas jurisdiccionales. "Quienes levantaron un brazo contra los soldados serán castigados con todo el peso de la ley", dijo el ministro de Seguridad Interior, Yitzhak Aharonovitch.

Un alto mando del Ejército insinuó ayer que cinco de los seis barcos de la flotilla, remolcados sin altercados hasta el puerto de Ashdod, habían sido saboteados. En el caso del Mármara Azul , la opción se descartó por temor a que quedara estancado.

La pregunta es: ¿No hubiera podido remolcarse, teniendo en cuenta que los otros barcos no se hundieron? El Mármara Azul era el más grande de los buques y había sido fletado por la oenegé islamista turca IHH, acusada durante la semana por las autoridades israelís de mantener vínculos con el terrorismo.