Cada vez que habla Nasralá, sucede algo", se resigna Roland Chbeir. Cristiano maronita y vecino de Fidar, en la periferia de Biblos (al norte de Beirut), Chbeir fue ayer testigo de excepción de la temida represalia de Israel tras las amenazas del jueves del líder de Hizbulá de atacar Tel-Aviv. Cuatro explosiones pulverizaron por la mañana, muy temprano, un viaducto junto a su casa en la autovía costera hacia Trípoli, dificultando el acceso a Beirut desde el norte. Otros tres puentes al norte de la capital fueron inutilizados --ataques en los que murieron cinco personas-- lo que obliga a los vehículos a tomar una carretera costera secundaria.

Todo ello, además, en una jornada en la que perdieron la vida al menos otras 33 personas cuando cargaban un camión en Caa, cerca de Siria, y en la que los suburbios chiís del sur de Beirut fueron bombardeados de nuevo, a pesar de las advertencias de no hacerlo realizadas horas antes por el secretario general de Hizbulá.

CORTADA LA CIRCULACION Los bombardeos de los puentes obligaron a cortar la circulación en varios sectores de la autovía, generando el caos en las vías secundarias. Esto hizo que algunos coches incluso se atrevieran a ir en dirección contraria para sortear los obstáculos. "Estamos acostumbrados a esto", explica, indiferente, Robert Twak, también maronita, junto al enorme boquete que causó el ataque aéreo contra otro puente a la altura del Casino del Líbano.

La campaña aérea israelí ha generado el lamento unánime de las organizaciones humanitarias, cuyos convoyes de ayuda utilizan esta vía de acceso desde la frontera norte con Siria. "Era la principal vía de aprovisionamiento para el Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados", declaró desde Ginebra su portavoz, Jennifer Pagonis.

PROTESTA DEL PAM "No podremos hacer llegar la ayuda desde Siria hasta Beirut", protestó Christiane Berthiaume, portavoz del Programa Alimentario Mundial (PAM). "Los incidentes de esta noche nos obligarán a encontrar otros puntos de entrada por vía marítima y terrestre", dijo.

Si el bombardeo de puentes dificulta todavía más los accesos hacia Beirut, la muerte de al menos 33 trabajadores en el valle de la Bekaa durante otro bombardeo recuerda que los civiles no están al abrigo de los ataques. Según testigos, la mayoría de las víctimas eran sirios y kurdos que realizaban una operación de carga en un vehículo. Al menos 40 personas murieron ayer.

La aviación israelí volvió a demostrar anoche que no se deja intimidar por las amenazas de Nasralá. Una noche más, los barrios de Uzai, Haret Hreik y Ruweiss, todos considerados bastiones del Partido de Dios, sufrieron los ataques de los misiles israelís. Pero Hizbulá respondió, y por primera vez varios cohetes cayeron en el corazón de Israel, en la ciudad de Hedera, a 30 kilómetros de Tel-Aviv. En el sur del país, milicianos de Hizbulá mataron a cinco soldados israelís que intentaban avanzar. Además, la guerrilla chií lanzó más de 100 cohetes katiuskas sobre el norte de Israel y mató a tres civiles israelís.