Dieciséis días después del inicio de la ofensiva en Gaza, las tropas israelís empezaron ayer a entrar por el sur y el este en las zonas más pobladas de la capital de la franja. Soldados y tanques tomaron posiciones en el barrio sureño de Sheik Ajleen, pegado a la playa y próximo a Rimal, donde vive la burguesía local. La desolación legada por el Ejército en los barrios periféricos ha desatado el pánico entre sus habitantes. "No dormimos en toda la noche. Están ya a las puertas, ¿qué vamos a hacer? En Zeitún arrasaron con todo: árboles, piedras, casas, personas", contaba a este diario un médico residente en Rimal.

Por la mañana el Gabinete de seguridad israelí dio un nuevo empujón a la ofensiva, destinada oficialmente a desmantelar la capacidad militar de Hamás y detener el lanzamiento de cohetes contra el sur de Israel. "Israel se está acercando a sus objetivos, pero necesitamos más paciencia y determinación para alcanzarlos de un modo que devuelva la seguridad a nuestros ciudadanos a largo plazo", dijo su primer ministro, Ehud Olmert.

CONTRA LOS TUNELES Mientras los combates retumbaban frente a la playa de Gaza, donde cayeron una decena de milicianos palestinos, la aviación israelí volvió a bombardear en el sur los túneles utilizados para el contrabando. La lluvia de misiles traspasó la frontera e hirió a dos niños y dos militares egipcios. El Ejército hebreo también destruyó la vivienda del escurridizo jefe del brazo militar de Hamás, Ahmed Yabari, que vive en la clandestinidad.

Los islamistas están recibiendo un severo varapalo. Tres centenares de sus milicianos han muerto, según Israel, pero no tiran la toalla. Su líder, Jaled Meshal, anunció el sábado desde Damasco que no aceptarán un alto el fuego hasta que las tropas israelís se retiren de la franja y reabran las fronteras, precintadas desde hace 19 meses.

AMBULANCIAS SIN ESCOLTA Pero es el palestino de a pie el que está pagando la ira de la ofensiva israelí. Al menos otras 30 personas murieron ayer, más de la mitad civiles. En la población de Beit Lahiya, un tanque israelí mató a cuatro mujeres. Y van ya 875 muertos y 3.300 heridos. La Cruz Roja, además, anunció que dejará de escoltar a las ambulancias palestinas, después de que una de las suyas fuera atacada por Israel durante la tregua diaria de tres horas.

Crecen también las voces que acusan al Estado hebreo de emplear bombas de fósforo blanco en zonas densamente pobladas. A los hospitales llegan heridos con quemaduras nunca antes vistas y se habla también de casas incendiadas en el norte y en el sur de la franja. Esta munición desprende en el aire un centenar de bolas incandescentes que abrasan en su caída todo lo que encuentran.