Ramala, la capital administrativa de la Cisjordania palestina, da la impresión de un aparente dinamismo econó- mico. Desde la conferencia de Annápolis, que relanzó el proceso de paz con Israel en noviembre del 2007, han abierto algunos bares y se construyen miles de viviendas, tres hospitales y un parque. Pero es una impresión engañosa, según Mohamed Shtayye, presidente del Consejo Económico Palestino de Desarrollo y Reconstrucción. "Solo crece el sector inmobiliario, porque es el único negocio seguro. El resto de los proyectos son anteriores a Annápolis", afirma.

El gran problema de la economía palestina sigue siendo, según el Banco Mundial, las restricciones al movimiento de personas y mercancías impuestas por Israel. Solo en la Cisjordania ocupada hay 607 controles y barreras, una cifra que sube desde Annápolis.