Al menos ocho palestinos murieron en una incursión del Ejército israelí en el campo de refugiados de Rafá, en Gaza, la más violenta de los dos últimos meses. La ofensiva tenía como objetivo oficial la destrucción de túneles secretos entre Egipto y Gaza, que se utilizan para el contrabando de armas, y tuvo lugar horas después de que un ataque palestino causara la muerte a dos oficiales israelís. Los dos atacantes fueron abatidos.

La nueva escalada de violencia rompe de forma brusca un periodo de relativa calma, en el que se han intensificado los esfuerzos para relanzar el proceso de paz en la zona.

Las fuerzas israelís, apoyadas por helicópteros Apache y decenas de tanques, comenzaron la invasión de madrugada y anoche seguían acantonadas en Rafá. El intercambio de disparos entre los militares y palestinos armados dejó también 34 heridos, tres de ellos niños menores de cinco años.

Por otro lado, el viceministro israelí de Defensa, Zeev Boim, justificó el elevado número de víctimas: "La resistencia que encontramos en Rafá ilustra la importancia que tienen los túneles para suministrar armas a las organizaciones terroristas".