Tras unos días de relativa calma después del atentado contra los diplomáticos estadounidenses en la franja de Gaza, la violencia volvió a estallar ayer en las zonas palestinas con la muerte de cuatro personas en el campo de refugiados de Rafah, al sur de la franja, y en Tulkarem, en Cisjordania. Una de las víctimas es una mujer y otra, un joven de 16 años acusado de lanzar un artefacto explosivo contra militares israelís.

El Ejército israelí prosigue con sus operaciones en Rafah y su campo de refugiados, situado al sur de la franja de Gaza, junto a la frontera con Egipto. Ayer, tres palestinos murieron tiroteados por el Ejército cuando activistas armados instalaban explosivos en un camino usado por los tanques. Entre los muertos está Tariq Abú Husein, de 39 años, que Israel identifica como un destacado militante de Hamas.

La acción israelí contra los presuntos terroristas costó la vida a otro activista de Hamas y a una mujer que se encontraba en ese momento en la zona, además de herir a otros 16 palestinos. La mujer, Widad Ajrami, de 28 años, murió cuando el coche en el que circulaba recibió numerosos impactos de bala. Otras versiones, sin embargo, apuntaban a que murió a causa de la metralla del obús disparado por un tanque.

En cualquier caso, se trata de una muerte civil más que añadir al trágico recuento de las operaciones militares israelís en Rafah contra el contrabando de armas a través de túneles ilegales, que dura ya más de una semana.