Consciente del papel estratégico de Irán en el complejo tablero de Oriente Próximo, Israel esperaba una victoria del reformismo de Mirhusein Musavi que se ha visto frustrada. Mientras un alto cargo del Gobierno de Israel calificaba el resultado de "muy preocupante", el ministro de Exteriores, Danny Ayalón, hacía un llamamiento a la comunidad internacional para detener a la potencia nuclear, aliada de los palestinos de Hamás y los libaneses de Hizbulá, enemigos acérrimos del Estado hebreo.

"Si había una sombra de esperanza de cambio en Irán, la reelección del presidente Ahmadineyad expresa más que cualquier otra cosa el crecimiento de la amenaza iraní", dijo ayer el titular de Exteriores israelí. EEUU, a través de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, no se pronunció tanto sobre la reelección, sino sobre la sombra de fraude electoral. La Casa Blanca aseguró que seguirá de cerca el proceso por si se han cometido irregularidades. Altos funcionarios estadounidenses tendieron la mano a Irán y le instaron a aceptar la oferta de diálogo expresada por Obama sobre su programa nuclear.

En el lado opuesto, los amigos de Irán se congratulaban de la victoria de Ahmadineyad. El ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, pidió que el vencedor responda a la "voluntad de diálogo y estabilidad en la región".