Esta vez la retórica de los grupos armados palestinos --"un terremoto en reacción a la masacre de civiles"-- no fueron palabras huecas. Oriente Próximo entró ayer en una nueva crisis después de que milicianos palestinos atacaran una base del Ejército israelí fronteriza con Gaza, mataran a dos soldados y secuestraran a otro. Enfurecido, el Gobierno de Ehud Olmert culpó a Hamás del secuestro, lo amenazó con pagar "un precio muy doloroso" si el militar sufre algún daño y autorizó el "uso masivo de la fuerza en Gaza", una vez el militar sea liberado.

El cabo Gilad Shalit, de 19 años, estaba en la base de Kerem Shalom cuando el comando palestino atacó la instalación con granadas, tras irrumpir por un túnel. El asalto se saldó con dos milicianos y dos soldados muertos, cuatro militares heridos y la captura de Shalit. Según diplomáticos árabes implicados en la negociación para su liberación, la salud del cabo es buena, aunque sus captores dijeron que ha precisado tratamiento por una herida en el estómago. Es el primer secuestro de un militar israelí desde 1994.

El brazo armado de Hamás, los Comités de Resistencia Popular y un grupo hasta ahora desconocido llamado Ejército del Islam asumieron la autoría del ataque. Los milicianos afirmaron que fue la "respuesta natural" a las últimas operaciones israelís, en referencia a la muerte de 37 civiles, entre ellos siete niños, en varios bombardeos y al asesinato de Jamal Abú Samhadana, líder de los Comités y dirigente de la policía paralela creada por el Gobierno de Hamás. Algunas fuentes indicaron que los captores pretenden intercambiar al militar por presos.

SIN NEGOCIACION Una pretensión imposible, ya que el Gobierno de Ehud Olmert exigió la liberación del soldado sin condiciones. Olmert culpó a Hamás del ataque y extendió sus acusaciones a toda la ANP, incluido el presidente Abú Mazen, "con todo lo que ello implica", puntualizó. Por eso, y después de que el ministro de Defensa, Amir Peretz, amenazara de muerte a los implicados en el secuestro y a sus líderes, los dirigentes de Hamás en Gaza se ocultaron.

Del lado palestino, Abú Mazen condenó con dureza el ataque, exigió la liberación del militar israelí y acusó a Hamás de ser el único responsable de lo que Israel pueda hacer en Gaza. El movimiento islamista reaccionó con su habitual doble lenguaje, reflejo de las divisiones existentes en su seno. Su brazo armado asumió su participación en el ataque, pero ni confirmó ni desmintió que tuviera en su poder al soldado. Mientras, un portavoz del primer ministro, Ismail Haniya, ofreció una inusual rueda de prensa en inglés, hebreo y árabe en la que pidió a "los grupos de resistencia, si tienen al soldado, que respeten su vida y lo traten bien".