Israel anunció ayer mano dura tras la muerte de un inmigrante tailandés por el impacto de un cohete lanzado desde la franja de Gaza. La acción, reivindicada por un grupo cercano a Al Qaeda, coincidió con la visita de la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, a la región y se produce en un momento de extrema tensión diplomática y crispación en la calle. El proyectil fue lanzado ayer por la mañana desde la franja hacia el desierto israelí del Neguev. Al caer, acabó con la vida de un agricultor de origen tailandés que trabajaba en un campo cercano. El y sus compañeros habían hecho caso omiso de las alarmas que advertían del peligro. Horas después, un segundo cohete no causó daños.

"Se ha cruzado una línea roja que Israel no puede aceptar. La respuesta será adecuada, será dura", advertía el viceprimer ministro israelí, Silvan Shalom. "Nunca hemos pedido permiso a nadie para defendernos y continuaremos procediendo igual", le secundaba el viceministro de Exteriores, Daniel Ayalon.

Se trata de la primera víctima mortal de un misil Kasam desde el final de la ofensiva israelí contra la franja, en enero del 2009. El ataque fue reivindicado horas después por las Brigadas de Ansar al Sunna, un grupo salafista supuestamente vinculado a Al Qaeda. "La misión yihadista se produjo en respuesta a los asaltos sionistas contra la mezquita de Abraham y la de Al Aqsa y las continuadas agresiones sionistas contra nuestro pueblo en Jerusalén", rezaba su comunicado. Estas palabras resumen los focos de tensión reinantes en el conflicto israelo-palestino. La reciente declaración de lugares santos judíos en territorio palestino, incluida la mezquita de Abraham en Hebrón, los enfrentamientos desatados el pasado martes tras el bloqueo de la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén y la expansión de asentamientos en la parte oriental de la Ciudad Santa han exaltado los nervios.

MOMENTO DELICADO Lo cierto es que el cohete no pudo ser lanzado en un momento más delicado. La alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, estaba en Gaza y se apresuró a condenar todo tipo de violencia y a hacer una llamada a la búsqueda de soluciones pacíficas.

Más importante aún es la coincidencia de esta acción con una crisis diplomática entre Israel y EEUU, que presiona para frenar la expansión de asentamientos en Jerusalén Este y poder reanudar así las conversaciones con los palestinos. No sería de extrañar que Washington redujera ahora sus expectativas.

Con la muerte de ayer, el Gobierno hebreo se ve justificado en su política de mano dura, lejos de posturas conciliadoras y de acercamientos a los palestinos. Israel se defenderá "con o sin Goldstone", advertía desafiante Ayalon, en referencia al informe de la ONU sobre crímenes de guerra en la pasada ofensiva. Entonces también fueron cohetes lanzados desde Gaza el argumento para justificar el ataque, que causó 1.400 muertos palestinos y 13 israelís.