El Gobierno israelí, según publicaba ayer el diario Maariv, ha decidido construir una salida de emergencia en la Basílica del Santo Sepulcro, levantada sobre el lugar donde la tradición sitúa la crucifixión, entierro y resurrección de Jesucristo. Sin embargo, para construirla hay que alterar el statu quo que demarca territorialmente el templo entre las seis denominaciones cristianas que lo custodian. Y ninguna de ellas está dispuesta a renunciar a un centímetro de sus derechos históricos sobre el inmueble más sagrado de la cristiandad: la casa de Dios.

El Ejecutivo israelí adoptó la decisión después de que el ministro para Asuntos de Jerusalén, Yacov Edri, constatara con su visita a la basílica los riesgos que un incendio o una avalancha de peregrinos podrían ocasionar. El templo, levantado por primera vez en el siglo IV por el emperador Constantino, cuenta solo con una puerta de entrada y salida desde que el conquistador musulmán de Jerusalén, Saladino, ordenara tapiar la segunda en tiempos de las Cruzadas. Ahora, tan bienintencionada medida podría convertirse en el origen de una feroz disputa.

RIVALIDAD HISTORICA Y es que la luz tenebrosa que baña el Santo Sepulcro no solo invita a la meditación, también encubre las rivalidades históricas entre las iglesias ortodoxa griega, católica, armenia, copta, siriomalequita y etíope encargadas de custodiar la iglesia.

Durante siglos estas denominaciones han luchado por el control y la propiedad de cada centímetro de la basílica. Ya fuera por medio de intrigas y sobornos para ganarse el favor de los sultanes otomanos, administradores de Jerusalén hasta el final de la primera guerra mundial, o de violentos enfrentamientos.

Estos rifirrafes ya motivaron que en el siglo XIII un sultán entregara las llaves de la basílica a dos familias musulmanas, que hasta hoy siguen abriéndola y cerrándola cada día. Otras fuentes sostienen que la medida se tomó para reafirmar la soberanía musulmana sobre los lugares cristianos de Tierra Santa.

Hartos de los continuos dolores de cabeza y la sangre derramada por los discípulos de Dios, en 1852 los otomanos establecieron un statu quo que reparte territorialmente la basílica entre las seis iglesias cristianas. Vigente hasta hoy, lo regula absolutamente todo: desde los derechos sobre cada altar, cuadro o candelabro hasta los horarios de la liturgia para cada denominación.

ACUERDOS FRAGILES Según Maariv, la construcción de la salida de emergencia afectaría a las posesiones de griegos, franciscanos y armenios. "No sé cómo se podrá resolver, porque el statu quo es muy complejo y delicado. Nadie quiere perder ni uno de sus derechos", decía ayer a este diario el padre Atanasio, encargado de velar por el statu quo entre los franciscanos.

Las violaciones se siguen resolviendo en muchos casos a puñetazos. En el verano del 2002, el monje copto estacionado en el tejado para recordar a los etíopes los derechos de su iglesia sobre esta parte de la basílica decidió mover su silla bajo una sombra, fuera de la demarcación acordada. El gesto fue interpretado como una amenaza y degeneró en una trifulca que acabó con 11 monjes hospitalizados.

FRACASO ANTERIOR En 1996, Israel intentó llegar a un acuerdo para construir la salida de emergencia, pero fracasó. Las autoridades eclesiásticas se oponen a su intervención en sus santos lugares, ya que no reconocen a Jerusalén como capital del Estado hebreo. Esta vez parece que la iniciativa va en serio. "Si no llegan a un acuerdo entre ellos, tomaremos la decisión y empezaremos a trabajar", amenazó ayer el ministro Yacov Edri.