Ocho arrestos y 32 heridos, 18 de los cuales son policías y dos son inmigrantes a los que anoche les dispararon en las piernas. Es el saldo del choque iniciado el jueves en Rosarno (en el sur de Italia) y que continuó ayer. Son los peores disturbios raciales en varios años y el detonador fue el ataque, por parte de una banda de jóvenes blancos, contra unos trabajadores agrícolas africanos.

Rosarno, ciudad de Calabria, es famosa por sus clementinas, por la ´Ndrangheta (Mafia local) y por estar en la región con más trabajadores en negro. "El Gobierno central, la región y los ayuntamientos están ausentes y la Mafia dicta la ley a los extranjeros", denunció ayer Pino Demasi, vicario general de la diócesis de Oppido-Palmi. La mayoría de críticas sobre la situación de los inmigrantes procedían ayer de curas y obispos.

Balou, de 31 años y de Costa de Marfil, iba el jueves con garrafas a buscar agua a una fuente pública, cuando desde un coche dos chicos le dispararon al bajo vientre. Los carabineros y la policía le llevaron a un hospital a unos 15 kilómetros. Sus 2.500 compañeros, de 23 nacionalidades distintas, se alarmaron y unos 200 fueron al casco urbano, arremetiendo contra todo y contra todos. Un centenar de coches fueron destrozados, decenas de contenedores quemados y ventanas y escaparates rotos.

"CANSADOS" Ayer, un periodista local logró convocar a 2.000 ciudadanos frente al municipio, regido por un delegado del Gobierno, ya que en la junta había demasiados mafiosos. "No somos racistas, sino que estamos cansados", explicaban los ciudadanos. Un grupo de residentes agredió a un equipo de la RAI, diciéndoles que debían "filmar a los negros" y no a ellos.

Luigi Varatta, delegado del Gobierno en Regio Calabria, la capital regional, dijo que "se trata de una situación de emergencia, que debe ser gestionada con calma". Anunció controles sobre los inmigrantes, y sobre "quienes les explotan". Roberto Maroni, ministro del Interior, fue más tajante. "En todos estos años se ha tolerado una inmigración clandestina que ha alimentado al crimen organizado". Italia de los Valores, en la oposición, acusó a Maroni de silenciar que "los clandestinos son carne de cañón en manos de las mafias". "La mafia usa el chivo expiatorio de los inmigrantes", rebatió Giuseppe Lumia, del Partido Democrático. "Ha habido provocación, pero la respuesta de los inmigrantes es inaceptable", dijo Agazio Loiero, presidente de la región.