Cientos de soldados y policías se han desplegado en Kabul para garantizar la seguridad en la Loya Jirga, la asamblea tradicional que analiza a partir del jueves el principio de acuerdo para prolongar la presencia militar de EEUU en Afganistán.

Más de 2.500 jefes tribales, académicos y autoridades locales participarán en la reunión, que tiene carácter consultivo pero cuya decisión se considera determinante para que posteriormente el Parlamento afgano apruebe el acuerdo.

En principio está previsto que el encuentro concluya el sábado pero puede extenderse hasta una semana si los reunidos no logran alcanzar antes una posición común sobre la propuesta, que cuenta con el rechazo frontal del movimiento insurgente.

El proyecto de acuerdo entre Estados Unidos y Afganistán establece las condiciones en que un contingente militar estadounidense, cuyo número oscilaría entre 7.000 y 15.000 hombres, permanecería en el país tras la retirada el año próximo de las tropas de la OTAN.

Según el borrador del acuerdo, que entraría en vigor en 2015 y duraría hasta 2024, EEUU costearía temporalmente el entrenamiento del Ejército afgano, mientras que el Gobierno de Kabul permitiría a las tropas norteamericanas el uso de bases militares en el país.

El principal desacuerdo que persiste entre ambas partes es la petición de Afganistán de que EEUU haga frente a Al Qaeda y los grupos insurgentes desde las bases militares, sin que sus tropas puedan realizar arrestos o registrar casas en territorio afgano.

FIDELIDAD A KARZAI

Pese a esa divergencia, observadores locales consideran probable que la Loya Jirga apoye la firma del proyecto de acuerdo.

"La Loya Jirga hará lo que diga el presidente (afgano) Hamid Karzai", estimó el analista político local Muhammad Farhad Habibi.

La convocatoria de la Loya Jirga coincide con una de las fases más sangrientas del conflicto afgano, sin que el proceso de retirada gradual de las fuerzas de la Alianza Atlántica (OTAN), iniciado en 2011, haya frenado la espiral de violencia.

Ese proceso de retirada se ve acompañado por la asunción por el Ejército y Policía locales de la seguridad en todo el país, donde en abril se celebrarán unas elecciones presidenciales en las que Karzai no podrá presentarse tras haber cumplido dos mandatos en el poder.