El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció ayer un plan escalonado para ir aliviando el confinamiento, que ya dura más de seis semanas. A partir de hoy está autorizado el regreso al trabajo para quienes no pueden hacer su labor desde casa, en sectores como la construcción o las manufacturas. Habrá salidas ilimitadas de casa para hacer ejercicio a partir del miércoles. En junio se prevé la reapertura de escuelas y algunos comercios. En julio abrirán algunos restaurantes y cafés, siempre que las medidas de distancia social y seguridad lo permitan.

«En los próximos dos meses, no vamos a guiarnos simplemente por la esperanza o por la necesidad económica. Vamos a guiarnos por la ciencia, los datos y la salud pública», señaló Johnson en un discurso pregrabado dirigido al país. El primer ministro también anunció que se impondrá una cuarentena a quienes viajen por avión al Reino Unido, pero no ofreció fechas ni más detalles. Irlanda y, al parecer, Francia quedarían excluidos de esta medida. Johnson se propone a dar más detalles del plan hoy en el Parlamento.

Las medidas afectan solo a Inglaterra, aunque no existen grandes diferencias a las impuestas en el resto de las regiones del Reino Unido.

Sin embargo, el nuevo eslogan de Johnson, Estar alerta, que ha sustituido el de Quedarse en casa, ha sembrado la división. Los gobiernos de Gales, Escocia e Irlanda del Norte, con control sobre el confinamiento en sus respectivos territorios, no lo adoptarán. Los tres mantienen el oficial de Quedarse en casa, que consideran mucho más claro y conciso.

«Yo no sé lo que significa estar de alerta. No estoy a favor de un mensaje tan vago e impreciso», declaró la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon. «En estos momentos, dada la fragilidad en el progreso que hemos hecho y el punto crítico en que nos encontramos, para Escocia sería catastrófico el eliminar el mensaje de quedarse en casa». Sturgeon recalcó, enfadada, que Johnson no le había informado previamente del cambio.

CONFINAMIENTO COMPLEJO / Con casi 32.000 muertos en el Reino Unido, el confinamiento no es aún cuestionable, pero cada vez es más difícil de hacerlo cumplir. Las autoridades saben que tratar de acelerar la desescalada es peligroso.

Al mismo tiempo, el encierro ha generado sus propios problemas. Además del golpe cada vez más grave a la economía, en grandes ciudades como Londres, es evidente la relajación de la disciplina. Este pasado fin de semana, por ejemplo, el retorno a calles y parques ha sido masivo. Ahora Johnson abre un poco más la mano.