Como jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell (La Pobla de Segur, 1947) jugará un papel fundamental en la negociación de la nueva relación entre la UE y el Reino Unido tras el 'brexit', una relación que espera que sea "lo más estrecha posible".

-Tras la salida del Reino Unido de la UE, ¿puede hablarse de vencedores y vencidos?

-Es una decisión en la que todos salimos perdiendo. Algunos británicos que han votado a favor piensan que ellos salen ganando, pero ya se darán cuenta de que con esta decisión el Reino Unido va a afrontar dificultades que antes tenía resueltas por su pertenencia a la UE.

-¿Es el 'brexit' una oportunidad para la Unión Europea?

-Es verdad que el Reino Unido ponía el freno en muchas cosas, sobre todo en el camino hacia una mayor integración política, algo que nunca quiso y sobre lo que no mintió. Y quizás ahora algunas políticas que exigían una integración más profunda y que se veían obstaculizadas por la resistencia de Londres puedan desarrollarse. Pero no nos llevemos a engaño, el Reino Unido no es el único país que tiene una actitud reticente hacia una mayor integración. Muchos otros países de la UE comparten estas tesis.

-¿Teme que por culpa del 'brexit' se acentúe la crisis de identidad de la Unión o que pueda haber un efecto contagio en otros estados?

-Creo que lo que ha hecho el 'brexit' es generar un efecto vacuna, porque todo el mundo ha visto lo complicado que es y los inconvenientes que tiene la salida de la Unión Europea. Yo no veo ningún candidato a repetir la experiencia británica.

-¿Qué hay que esperar de la negociación del futuro acuerdo comercial entre la UE y el Reino Unido?

-El objetivo de esta negociación es conseguir una relación lo más estrecha posible con el Reino Unido, alcanzar un acuerdo comercial que sea lo más amplio posible respetando los principios del mercado interior europeo. Pero no solo un acuerdo comercial. En muchos aspectos, las relaciones con un tercer país, y el Reino Unido será un tercer país, no son solo de comercio. Queremos y esperamos que el Reino Unido siga siendo un socio en materia de seguridad y defensa, y en todos los temas relativos, por ejemplo, a la pesca, a los derechos de los ciudadanos europeos en el Reino Unido y de los británicos en Europa. El Reino Unido se va de la Unión, pero no se va de Europa, esperamos seguir teniendo una relación positiva para las dos partes.

-¿Puede esta negociación con Bruselas verse condicionada por el pacto entre Londres y Washington?

-Es normal que el Reino Unido negocie tratados comerciales con otros países, para eso decidieron marcharse. Precisamente esa era una de las razones por las que querían recuperar su independencia, como dicen ellos. Bueno, pues han recuperado la autonomía, la capacidad de acción y lo lógico es que la usen. Tendremos que ver que sean compatibles los tratos que hagan con nosotros y los que hagan con otros.

-¿Gibraltar puede suponer un escollo o un problema en las conversaciones?

-Las cosas con Gibraltar han quedado muy bien atadas. A partir de ahora, es un territorio de un tercer país y ha quedado muy claro que cualquier acuerdo que quiera hacer la Unión Europea sobre Gibraltar debe negociarse con el Reino Unido, porque Gibraltar no tiene representación exterior propia. Además, esta negociación está sometida al veto por parte de España. Es decir, que nada se podrá acordar sobre Gibraltar con lo que España no esté de acuerdo.

-La salida del Reino Unido va a provocar un reequilibrio de fuerzas en la UE. ¿Ganará España más influencia?

-España tiene ya mucha influencia en la UE. Esto no es una fiesta de la que si uno se va toca más trozo del pastel a los demás. La influencia política depende de tus propias capacidades. España tiene las suficientes y yo trato de desarrollarlas, como hicimos con el anterior Gobierno socialista. Pero está claro que España, ahora, escala algún puesto dentro de una jerarquía de países clasificados por dimensión; pero no por méritos propios, sino porque uno más grande se va. En muchas ocasiones en el pasado, España ha jugado un papel superior al que le correspondía por su demografía y economía, porque tenía una influencia política gracias al liderazgo de sus gobernantes. En otros momentos no ha sido así, pero ahora lo está siendo otra vez.

-¿Cuáles son los principales retos a los que tendrá que hacer frente la UE en esta etapa?

-La UE debe tratar de buscar un lugar en el mundo en ese gran conflicto que estamos viviendo entre China y EEUU. Hasta ahora había un alineamiento muy grande entre las posiciones americanas y europeas, pero esto es cada vez menos cierto, cada vez hay más divergencias y cada vez Estados Unidos adopta una actitud unilateral en defensa de lo que su presidente cree que son sus intereses. Y, al mismo tiempo, hay claramente un conflicto geopolítico muy grande entre estos dos grandes países que está llamado a protagonizar este siglo y la UE debe de encontrar su lugar en él, no puede aparecer como un actor incapaz de defender sus propios intereses y sufrir las consecuencias de las decisiones de los demás. Este es el gran desafío que tenemos los europeos: existir en el mundo y para eso solo podemos pretender hacerlo a través de nuestra unión. Pero no estamos suficientemente unidos, ese es el problema.

-¿Cree que el Gobierno español cometió alguna irregularidad con la escala que hizo en Barajas la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, como denuncian PP y Ciudadanos?

-Quien tiene que verificar el cumplimiento de las sanciones que se adoptan colectivamente en la Unión Europea son los estados miembros. La UE no es el policía ni tiene capacidades ejecutivas, cada Estado miembro es responsable de sus propias decisiones y son los gobiernos los que tienen que garantizar la correcta aplicación de las decisiones que toman.