El júbilo estalló ayer en algunas capitales árabes tan pronto como se tuvo noticia de la dimisión del presidente egipcio, Hosni Mubarak. La celebraciones populares contrastaron con la prudencia o el mutismo de los gobiernos autócratas de la región.

Miles de ciudadanos salieron exultantes a las calles, mientras cientos de automovilistas tocaban el claxon en Túnez, país que en enero vivió su propia revuelta. La avenida Habib Burguiba, la principal arteria de la capital, quedó abarrotada de gente que danzaba y expresaba su alegría por la caída de Mubarak.

De forma muy distinta transcurrieron las cosas en la vecina Argelia, donde un intento de celebrar la dimisión de Mubarak acabó con seis detenidos. El país vive una situación de gran tensión ante la gran manifestación que ha sido convocada para hoy en Argel por la oposición y que ha sido oficialmente prohibida.

También hubo manifestaciones en Yemen, en la franja de Gaza y en el Líbano. En el centro de Beirut hubo un verdadero concierto de claxons, acompañado de fuegos artificiales. Decenas de personas se dirigieron a la embajada de Egipto para celebrar la renuncia de Mubarak.

HIZBULA Y HAMAS El movimiento islamista chií Hizbulá, que lidera la coalición de gobierno en el Líbano, felicitó al "gran pueblo egipcio" por su "glorioso triunfo". Su equivalente palestino, Hamás, que controla la franja de Gaza, celebró "el principio de la victoria de la revolución".

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, anunció "un Oriente Próximo sin EEUU ni Israel", y el ministro de Exteriores de Turquía, Ahmet Davutoglu, expresó su voluntad de que "el sistema que se forme sea capaz de responder a las demandas del pueblo". En Israel no hubo ayer reacción oficial pero un alto funcionario abogó por una transición "sin violencia".