Las fuerzas de seguridad iraquís recibieron ayer una orden judicial para detener a los dos soldados que el Ejército británico rescató el pasado lunes de una comisaría de Basora. La orden la dictó el juez Raghib Hasán, que acusa a los dos militares de matar a un policía iraquí y herir a otro. Ayer, unos desconocidos lanzaron proyectiles de mortero contra instalaciones británicas en esta ciudad del sur de Irak. No hubo víctimas.

El juez Hasán, magistrado jefe del Tribunal Antiterrorista de Basora, acusa también a los dos soldados de llevar armamento sin licencia y de poseer documentación falsa. Londres dijo que la orden es ilegal, ya que el personal británico desplegado en Irak no está sujeto a la ley iraquí, sino a la del Reino Unido.

NULA COOPERACION La decisión del juez tensa más la cuerda de las relaciones entre Londres y las autoridades de Basora, cuyo Consejo Provincial decidió el jueves suspender toda cooperación con el Ejército británico hasta que el Gobierno de Tony Blair no se disculpe por lo ocurrido.

La crisis estalló el lunes, cuando los dos militares fueron interceptados por la policía iraquí mientras circulaban por la ciudad vestidos de civil. Al parecer, en el maletero del vehículo escondían armas. Según las autoridades de Basora, los soldados se enfrentaron con los agentes, y mataron a uno. En comisaría, las tropas británicas los rescataron.

INFORME DE UNA ONG Entretanto, la ONG Human Rights Watch hizo público un informe en el que mandos del Ejército de EEUU reconocen que las torturas a presos no eran hechos aislados, como se ha asegurado siempre desde Washington, sino "rutinarias y habituales".

Un capitán y dos sargentos admiten que los prisioneros iraquís de una base militar cercana a Faluya fueron torturados. El informe asegura que los malos tratos, practicados durante el 2003 y el 2004, eran aprobados por los mandos. Según el documento, los presos fueron mantenidos en situaciones extremas, privados de sueño y comida. También se les aplicó productos químicos en la piel y en los ojos.