Durante más de siglo y medio Juneteenth, la efeméride con que se marca el fin de la esclavitud en Estados Unidos, ha sido mayoritariamente una celebración de la comunidad negra y gran desconocida para buena parte de otros estadounidenses. No este año, cuando el asesinato de George Floyd a manos de la policía ha propagado por el país no solo manifestaciones y protestas sino una nueva conciencia sobre problemas de racismo sistémico e injusticia.

Esa conversación nacional ha dado este 2020 relevancia inusitada al 19 de junio (la fecha de cuya combinación en inglés deriva el nombre). Fue aquel día de 1865 cuando el general Gordon Granger llevó a Galveston (Tejas) la proclamación de emancipación que liberaba a los esclavos que el presidente Abraham Lincoln había firmado dos años y medio antes. Y se tardaría aún medio año más en añadir a la Constitución la Enmienda 13, pero fue aquel día de junio el que la comunidad empezó a celebrar como el de «la libertad», el de la «independencia».

En los primeros años eran quienes habían sido esclavos los que aprovechaban la cita para contar sus luchas. Conforme empezó su emigración hacia el norte se propagó también la celebración, con charlas, desfiles y comida, incluyendo la bebida de fresa y pasteles que con su rojo representan la sangre derramada. Porque Juneteenth no solo marca la libertad, sino lo sufrido hasta conquistarla.

Como ha escrito en The New Yorker Jelani Cobb, «hay una paradoja inherente en que la emancipación se celebre sobre todo entre afroamericanos y esté enraizada en la percepción de la esclavitud como algo que le pasó a la gente negra en lugar de algo que el país cometió».

EEUU parece empezar a darse cuenta de esa necesidad de reflexionar sobre por qué permitió el horror y de su peso en su historia. Ayer se organizaron celebraciones y manifestaciones en todo el país, incluyendo en Tulsa (Oklahoma), donde el presidente Donald Trump se vio forzado entre críticas a posponer a hoy un mitin que había organizado en la significativa fecha (y en el escenario de una de las peores masacres raciales). Nueva York, Virginia y Oregón y las ciudades de Portland y Filadelfia, por ejemplo, han decretado Juneteenth fiesta oficial (algo que solo Tejas había hecho antes).