Cuando ya acariciaba la libertad y, con ella, las riendas para intentar dirigir a Birmania hacia la democracia, la líder opositora Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991, vuelve a estar políticamente desactivada. Después de seis años ininterrumpidos de arresto domiciliario, Suu Kyi ha sido enviada a prisión, acusada de romper los términos de confinamiento después de que un hombre que dice ser estadounidense fuera sorprendido en su casa de Rangún, a la que accedió a nado a través del lago Inya, el 6 de mayo.

La oposición en el país, así como el movimiento en el exilio, no tiene ningún género de duda de que la acusación se sustenta gracias a un complot llevado a cabo por el Gobierno militar para apartar definitivamente a Suu Kyi de la carrera electoral de cara a los comicios organizados el año que viene. Desde que regresó a su país en 1988, la líder ha estado privada de libertad, de una forma u otra, 13 años.

Confinada en su casa a orillas del lago y vigilada las 24 horas, sin teléfono ni internet, acompañada tan solo por dos mujeres y visitada puntualmente por un médico y emisarios de los militares, Suu Kyi recibió la visita de un hombre identificado como John William Yettaw, que se introdujo en su domicilio tras burlar a los guardias. El abogado de la opositora, Kyi Wiy, calificó al visitante de "intruso" y "excéntrico" e insistió en que ni conoce a la líder birmana ni contaba con su autorización.

CULPABLE DE "TRAICION" De estar presa en su propia casa, la opositora ingresó ayer en la cárcel de Insein, en Rangún, conocida por albergar a más de 2.000 presos políticos y ser una de las más duras de Birmania. El lunes, un tribunal militar la enjuiciará por un delito de traición, castigado con una pena de entre tres y cinco años de prisión.

La detención ordenada por la Junta Militar de Birmania, presidida por el general Than Shwe, llega en un momento crucial: el inminente final del confinamiento de Suu Kyi, previsto para el próximo 27 de mayo, y la cercanía de la celebración de elecciones en el país en el 2010. De ser condenada a prisión, la figura de Suu Kyi, convertida en un icono mundial de democracia y paz, quedaría desactivada para liderar la campaña de su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND).

Otra cuestión determinante es el delicadísimo estado de salud de la opositora, de 63 años.

La última información facilitada por su médico, Tin Myo Win, antes de ser detenido la semana pasada fue que la líder opositora tuvo que ser alimentada con suero por deshidratación, ante la imposibilidad de ingerir ni alimentos ni líquidos.

CONDENA UNANIME La condena de la comunidad internacional por la detención de Suu Kyi fue ayer tan inmediata como unánime. La ONU la calificó de "ilegal" y solicitó su inmediata liberación "sin condiciones". Amnistía Internacional (AI) instó a Naciones Unidas a intervenir con diligencia y cuanto antes en los países asiáticos con capacidad de influir en el Gobierno birmano. "En ausencia de una posición internacional unificada, el Gobierno de Birmania seguirá actuando con extremo desprecio hacia los derechos humanos", dijo un portavoz.

Australia, Gran Bretaña, Francia y Noruega fueron ayer, entre una larga lista de países de todo el mundo, los primeros en solicitar la liberación de Suu Kyi.