Julian Assange ha pasado su primera noche en la prisión londinense de Wandsworth. Un prisionero político para millones de simpatizantes y seguidores en todo el mundo. El fundador del portal de internet Wikileaks deberá esperar entre rejas su proceso de extradición a Suecia. La vista ha sido fijada para el próximo 14 de diciembre en Londres. Después de permanecer más de una semana escondido, presumiblemente en el sureste de Inglaterra, Assange se presentó ayer a las 9.30 horas de la mañana en una comisaría de la capital británica para entregarse.

La cita había sido previamente pactada por sus abogados. La policía británica había recibido la noche anterior una nueva euro- orden de las autoridades de Suecia, pidiendo su arresto y extradición por supuestos delitos sexuales. La detención no podía esperar más. Pocas horas más tarde, en medio de una enorme expectación, pálido y cansado, Assange, de 39 años, comparecía ante el juzgado de primera instancia del City of Westminster Magistrates´Court.

El fugitivo más famoso del momento confirmó su identidad y, tras intentar negarse a decir dónde vivía, dio como domicilio una dirección en Australia, su país natal. Después, dejó claro que rechazaba el ser extraditado. Sus abogados trataron inútilmente de que le fuera concedida la libertad condicional bajo fianza a la espera del juicio.

PAGAR LA FIANZA En la sala, un curioso grupo de personalidades sin demasiada cosa en común entre ellos se ofrecía a pagar la posible fianza que le podría haber impuesto el juez. Entre los valedores estaba el cineasta Ken Loach y la multimillonaria Jemima Khan, hermana del diputado conservador Zac Goldsmith. Se llegaron a ofrecer 180.000 libras.

El juez Howard Riddle optó, sin embargo, por negar la libertad condicional al detenido, dada "la extrema gravedad de las acusaciones que se le imputan" y "los medios y capacidad para evadirse" del encausado. En la decisión pesaron los argumentos de la fiscal Gemma Lindfield, que actúa en nombre de las autoridades suecas, quien hizo hincapié en la vida nómada del fundador de Wikileaks, en su resistencia a dejarse fotografiar o a que la policía tomara sus huellas dactilares una vez detenido.

Lindfield también ofreció algunos detalles de las acusacio-

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