Un tribunal de Buenos Aires ha condenado a 25 años de prisión al dictador argentino Reynaldo Bignone, el último presidente de la dictadura militar (1976-1983), por delitos de lesa humanidad cometidos en el mayor centro clandestino de detención del régimen de facto.

Fue el último de los dictadores argentinos y durante su Gobierno de facto, entre el 2 julio de 1982 y el 10 diciembre de 1983, promulgó una ley de amnistía a imagen y semejanza para los violadores de los derechos humanos.

Pasaron los años y se han ido derribando los muros de la impunidad. A los 83 años, general Reynaldo Benito Bignone ha recibido su primera condena por crímenes de lesa humanidad: 25 años de prisión.

Bignone fue un activo protagonista del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Y después estuvo al frente de la unidad militar Campo de Mayo, en las afueras de la capital argentina, donde funcionó el principal centro de exterminio de prisioneros políticos a cargo del Ejército. Se calcula que murieron allí miles de personas.

Junto con Bignone, conocido como Big None, han sido sentenciados también a 25 años de prisión el temible general Santiago Omar Riveros y el exjefe de la policía bonaerense, Santiago Verplaetsen, entre otros importantes oficiales.

CONDENA EN CÁRCEL COMÚN

El Tribunal Oral número 1 de San Martín ha ordenado que los represores cumplan su condena en una cárcel común. El dictamen ha sido recibido con aplausos por familiares de las víctimas de la dictadura militar que se encontraban presentes. "Esto es por los desaparecidos, por las madres, los hijos. La condena ha sido ejemplar", señaló Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. "¿Cómo este canalla quiere recibir beneficios de ex presidente?", dijo sobre el pedido de la defensa de que Bignone cumpla la condena en su domicilio. "La sentencia es justa, acorde con los hechos probados. Estos hombres no tienen signo de arrepentimiento", sostuvo el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Duhalde.

El juicio se ha celebrado en un centro polideportivo bonaerense. Los represores se retiraron de la sala antes de conocerse la sentencia. Durante su alegato, Bignone consideró que las víctimas de la dictadura, por lo general fusiladas o arrojadas al río, no eran "tan jóvenes" ni "idealistas". El último de los dictadores reiteró que en los años 70 el país vivió una "guerra", argumento que ha sido sistemáticamente refutado por la Justicia desde el primer juicio a las juntas militares, en 1985.

DECLARACIONES

"Se machaca (insiste) con la cifra de 30.000 desaparecidos. A esa cifra la dejaron asentada como verdad incontrastable y nunca se demostró más de ocho mil y se barajan 500 robos de bebes pero no llegan a los treinta y ninguno cometido por personal militar", dijo el condenado durante el juicio.

Riveros, por su parte, se hizo responsable de todas las órdenes impartidas a sus subordinados. Esas órdenes, dijo, fueron "legítimas". Décadas atrás, Riveros se jactaba con orgullo de lo que había hecho. "Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los Comandos Superiores", dijo el 24 de enero de 1980 al trazar ante sus colegas de la Junta Interamericana de Defensa un panegírico del terrorismo de Estado de la última dictadura militar argentina. Riveros ya había sido condenado por el espeluznante asesinato de una adolescente.

EL CASO DE FLOREAL

Floreal Avellaneada tenía 14 años cuando fue secuestrado en la madrugada el 15 de abril de 1976 por un grupo comando de la dictadura militar argentina. Habían ido a buscar a su padre, un dirigente sindical, y se lo llevaron a él y a su madre, Iris Pereyra. Ella estuvo desaparecida y luego fue enviada a prisión. El cuerpo de "el negrito" fue encontrado días después en la costa uruguaya del Río de la Plata, atado de pies y manos, y "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles", según su autopsia.