Al suicida que se hizo estallar ayer en Bagdad poco le importó que el objetivo de su acción, un blindado del Ejército estadounidense, estuviera rodeado de niños. El kamikaze empotró el coche bomba que conducía contra el vehículo militar. La explosión acabó con la vida de al menos 32 personas, 24 de las cuales tenían entre 6 y 13 años de edad. Otras 7 víctimas no llegaban a los 15 años. Las autoridades cifraron en cerca de 70 las personas heridas.

Según algunos testigos, la explosión se registró mientras los soldados estadounidenses repartían caramelos y dulces a los pequeños, información que no confirmó el alto mando estadounidense. "El kamikaze atacó deliberadamente uno de nuestros vehículos mientras los soldados llevaban a cabo una operación pacífica entre los ciudadanos iraquís. Cuando lanzó el ataque, el terrorista sabía sin duda que había niños alrededor del Humvee modelo de carro blindado", dijo un portavoz del Ejército.

Un vecino aseguró que el blindado había llegado al distrito de Al Jedidah, en el este de la capital, para reforzar la seguridad en la zona. Según la misma fuente, poco antes del atentado los norteamericanos pidieron a la población que se recluyera en sus casas, ya que habían detectado un suicida en el barrio.

CUERPOS QUEMADOS La mayoría de víctimas fueron trasladadas al hospital Al Kindi de la capital. Una fuente del centro médico cifró en 24 el número de niños muertos. Uno de ellos era el hijo de Abú Hamed, que vive cerca de donde se registró el atentado. "Lo pude identificar por su cara. El resto del cuerpo estaba completamente quemado", dijo a France Presse. La explosión mató también a un soldado estadounidense.

La explosión de un artefacto camuflado en una carretera al este de la capital mató a otro menor, un niño de siete años, e hirió de gravedad a una mujer. El ataque iba dirigido contra una patrulla del Ejército estadounidense. En otras acciones armadas, los rebeldes abatieron a tiros a tres soldados iraquís.

ASESINADOS 11 SUNIS Los líderes de la comunidad suní, por su lado, denunciaron ayer el asesinato de 11 civiles que el domingo fueron detenidos por las fuerzas de seguridad. Los cuerpos sin vida de los sunís aparecieron el martes en un barrio de Bagdad, con un tiro en la cabeza y síntomas de haber sido torturados. Las autoridades aseguraron ayer que investigarán los hechos, aunque advirtieron de que muchos insurgentes llevan a cabo sus acciones vestidos con uniformes de las fuerzas de seguridad.

El Ejército de EEUU, entretanto, dijo haber detenido al presunto jefe en Bagdad del grupo que lidera Abú Musab al Zarqaui, líder de Al Qaeda en Irak. El arrestado es Abú Abdelaziz, capturado el pasado lunes, según dijo el general Richard Myers, jefe del Estado Mayor del Ejército estadounidense.